domingo, 13 de mayo de 2012

Luna de Miel en Hawaii III

            Todo lo bueno se empieza a acabar en algún punto y nuestras vacaciones en Hawai’i también estaban acabándose. Aún era viernes pero ya sólo quedaba un día más para regresar a la rutina en Santa Fe.




            Como ese iba a ser el último día que podíamos disfrutar de la playa, pues nos fuimos durante la mañana a disfrutar del sol y del agua del Pacífico una vez más. A mediodía nos fuimos al Polynesian Cultural Center, en la parte noreste de la isla, a ver los espectáculos de las islas de Aoteraoa, Fiji, Tonga, Hawai’i y Samoa. Después de dar una vuelta por la cultura de la polinesia fuimos a comer, dentro del Cultural Center, a un “luau” para ver qué era eso: comida típica hawaiana (pan de color morado, cerdo hecho a la brasa…) y un espectáculo con grupo musical con ukeleles, cantante y bailarines moviendo las caderas, una experiencia más.




            Después llegaría la parte divertida del show y es que habíamos comprado un paquete con un espectáculo en la noche. Un espectáculo que me recordó muchísimo a la espectáculo que había visto en X-caret (Cancún) y que estuvo muy bien. La historia trataba de la vida de un recién nacido que va creciendo y va recorriendo las isla de la polinesia. Mereció la pena estar hasta las nueve de la noche viendo el espectáculo. Por cierto, estaba prohibido sacar fotos durante el espectáculo.




            El sábado a las diez de la mañana tuvimos que dejar el hotel así que recogimos toda la ropa y nos despedimos del apartamento que nos había acogido en Hawai’i por siete días. Ya lo había dicho, pero lo voy a repetir, el apartamento estaba espectacular: tan amplio como mi casa de Santa Fe, muy bien decorado, con una PlayStation, con dos terrazas con vista al mar, con una cocina amueblada y equipada con todos los utensilios necesarios y con dos teles de plasma de sabe Dios cuántas pulgadas.




            Después del check-out nos fuimos a hacer las últimas visitas por la isla y es que, como ya no teníamos donde ducharnos, no era plan ir a la playa a llenarse de arena. La primera visita fue para ir a Pearl Harbor a ver el memorial de la Segunda Guerra Mundial. No sé por qué motivo pero el barco que te lleva al USS Arizona Memorial no estaba haciendo viajes así que nos dedicamos a pasear y a leer un poco de la historia del lugar. La novedad, con respecto a mi última visita, es que ya habían abierto un par de edificios nuevos con explicaciones de lo sucedido antes y durante la guerra, así que nos fuimos a informarnos un poco más de la historia.



            Regresamos a Honolulu para comer algo y después nos pusimos rumbo a uno de los lugares que, para mí, tiene la isla: Waimea Valley. Llegamos a una hora y media del cierre y, para no pasar demasiado tiempo andando, tomamos el bus turístico que te lleva hasta el final del recorrido donde puedes ver la cascada de Waimea. Una vez allí nos regresamos a pie viendo las distintas plantas del valle. Como he dicho es un lugar precioso pero sí recuerdo que me impresionó mucho más en mi anterior visita. Y es que aquella vez era el mes de junio en vez de abril y el valle estaba en pleno esplendor con todas las plantas florecidas. Lo que seguía por allí son los infinitos animales en libertad y que nos tuvieron como unos 20 minutos embobados mirando para todas las especies que podíamos.



            Tras la visita a Waimea, pasamos por Mokuleia, Capital del Surf, y después nos fuimos a devolver el coche y al aeropuerto. Se habían acabado las vacaciones en el paraíso. Quedaba esperar a que dieran las 10:35 de la noche para montar en el avión e ir a Las Vegas, NV para nuestro siguiente vuelo.



Llegamos a Las Vegas el domingo a las siete de la mañana y nos fuimos a ver si había algún hotel que nos pudiese dar una habitación antes de la hora real del check-in. Estábamos bastante cansados y lo único que queríamos era dormir para, al día siguiente, poder ir al trabajo un poco descansados. Finalmente, y tras entrar en dos moteles, conseguimos una habitación en el hotel Hooters y pudimos descansar hasta la hora de la comida, momento en que aprovechamos para ir a comer una hamburguesa y echarnos unas cervezas en el propio hotel. 



Después de la comida nos fuimos a dar un pequeño paseo por Las Vegas Boulevard y nos regresamos a seguir descansando en el hotel. Estar una semana completa en Hawai’i es muy cansado.


 

La peor parte, que nos retrasaron el vuelo a Albuquerque unas tres horas, menos mal que nos avisaron por mensaje de texto y no tuvimos que esperar en el aeropuerto y pudimos seguir descansando en el hotel.  El caso es que en vez de llegar a Albuquerque a las doce de la noche acabamos llegando a casa a las cuatro de la mañana. Al día siguiente, lunes, Saraí fue a trabajar a la hora de siempre y yo, como aún me quedaba un día libre para tomar, decidí quedarme en casa medio día y aprovechar para seguir durmiendo. Además, la parte buena de tomarse la primera parte del día libre en mi caso es que me libro de las clases más pesadas del día.




Ahora ya sólo nos quedaba volver a acostumbrarnos a la vida de trabajo en Santa Fe… Bueno, eso, e intentar deshacerse de todas las cosas acumuladas durante tres años en New Mexico.

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