sábado, 24 de diciembre de 2011

Navidades en México: Xcaret - Cancún - Monterrey

Al día siguiente, Nochebuena, decidimos tomárnoslo de descanso total y disfrutar de la tranquilidad de la playa, de la arena blanca, de las aguas de color turquesa y de la piscina del hotel.




Nos levantamos un poco tarde por la trasnochada del día anterior y a las doce y media ya estábamos en la playa del hotel disfrutando del sol y del agua. Al mediodía, sin salir del hotel, encargamos algo para comer en la misma piscina. Sólo teníamos un día para disfrutar de la playa y fue preferible no salir de la playa hasta que la tarde empezase a caer.




Después de la comida, Daniela quiso ir a dar una vuelta en moto de agua y como no era buena idea que fuese sola me ofrecí voluntario para acompañarla. Nunca había montado en moto de agua y Cancún parecía un buen lugar para montar por primera vez. La moto era parecida a la moto de nieve en la que me había subido en Yellowstone hace ya un año y medio, disfruté la velocidad sobre el agua y en la media hora que teníamos aprovechamos para ir de un lado a otro de la playa como si no tuviésemos otra cosa que hacer más que romper las olas y girar en redondo :P


Después de la moto más playa, más piscina y alguna que otra cervecita. Después de estar en USA y no poder tomar nada en la vía pública, tomar una cerveza en la playa de Cancún se aprecia de otra forma...


A la hora de cenar nos fuimos Saraí y yo a buscar un restaurante para celebrar la Nochebuena. Después de cenar dimos un pequeño paseo por la zona de marcha y nos regresamos pronto para el hotel. Al día siguiente nos tocaba ir a Xcaret y, por lo que decían, el paseo iba a ser bastante largo y cansado.



 Al día siguiente nos levantamos bien temprano, nos iban a venir a recoger al hotel en autobús y llevarnos a XCaret. A las 7 de la mañana estábamos esperando, vinieron a por nosotros en un autobús y nos llevaron a una terminal donde estaban todos los autobuses que iban a los diferentes parques de atracciones de la zona de Cancún. En total nos tardamos como unas dos horas en llegar a Xcaret.


Antes de entrar al parque el guía del autobús nos estuvo dando indicaciones de lo que se podía hacer en Xcaret y en qué orden debíamos hacerlo y que en la entrada nos darían unos sobres de crema solar ecológica a cambio de nuestra crema solar si es que no era ecológica. Por supuesto nuestra crema no era ecológica, es más, ni siquiera había oído que hubiese crema ecológica. El caso es que nos explicaron el por qué de esta política y es que las cremas no ecológicas son bastante agresivas con el medio ambiente y como quieren preservar el parque pues no permiten entrar con cremas no ecológicas. Parece lógico y parece una buena medida, sobre todo teniendo en cuenta que hay un río subterráneo en el que entran muchas personas.




Nada más mirar el mapa de Xcaret uno se da cuenta que efectivamente el paseo va a ser muy largo y que el tiempo que te dejan en el parque, de 9 de la mañana a 8 de la noche, va a ser necesario si quieres ver muchas cosas.



Empezamos el paseo entrando en el río subterráneo que te lleva, durante una media hora hasta la otra punto del parque. Te dan el equipo para ir haciendo snorkel y durante todo el recorrido vas por un río subterráneo, el agua tiene una temperatura agradable aunque cuando llegas al final del trayecto ya agradeces salir a que te de un poco el sol. De lo más sorprendente del paseo a nado, mirar con las gafas de buceo y comprobar que por el fondo del río había pececillos de colores.



Al final del río está el mar y al lado del mar hay pozas naturales de roca y playas bien bonitas en las que descansar y nadar un rato. Antes de empezar el resto de la visita estuvimos un buen rato disfrutando de las pozas. A lo largo del paseo vimos iguanas por todas partes, tortugas, rayas, tiburones, mariposas, monos, leopardos, pumas, guacamayos, pelícanos, flamencos, loros, cotorros y muchas flores que me recordaron a las que había visto en Hawai'i. A parte de animales también había reproducciones de pueblos indígenas, pirámides, cementerios, así como personas vestidas al estilo de guerreros mayas.


Finalmente, a las cinco de la tarde nos dirigimos hacia el espectáculo de la noche. Empezaba como a las seis y media pero nos habían dicho que fuésemos un poco antes para sentarnos en buenos sitios. Lo cierto es que no hizo falta que nos dijeran que estuviésemos antes porque después de la paliza que nos dimos a caminar, a esa hora lo único que queríamos era sentarnos a descansar y que llegase el show.



El espectáculo es muy bueno, en él cuentan la historia de México desde los mayas, pasando por la conquista española allá por el siglo XVI y los bailes regionales de varios de los estados de México. A destacar el juego de la pelota maya y otro juego como hockey sobre hierba extremo que jugaban con una pelota de fuego.



Tanto el parque como el show de la noche merecen todo el dinero que pagas en la entrada al parque. Una visita más que recomendable, por lo menos para ir una vez. Es probable que cuando vuelva a Cancún, que volveré, no decida volver al parque porque es demasiado caro y en Cancún hay otras muchas cosas de las que se puede disfrutar, como la playa sin más, pero sin duda no me arrepiento de haber pasado el día en Xcaret. Lo dicho, recomendable para ir si no lo conocéis.


De vuelta al hotel ya sólo quedaba ir a cenar un poco y descansar porque al día siguiente, lunes 26 de diciembre, se acababa la aventura por Cancún y había que ir al aeropuerto a esperar al avión que nos sacaría del paraíso. Volveré :)


Ya en Monterrey aprovechamos el resto del día para descansar y agarrar fuerzas para la siguiente visita y es que aún nos quedaba por ir a visitar Aramberri, Nuevo León. Pues eso, teníamos unas 20 horas para descansar antes de salir en coche y, prácticamente, todo ese tiempo nos lo pasamos durmiendo...

viernes, 23 de diciembre de 2011

Navidades en México: Monterrey - Cancún - Xichen-Itzá

El viernes 16 de diciembre llegó el ansiado día del comienzo de las vacaciones y a las 15:00h tenía el coche aparcado en el aparcamiento de la escuela de Saraí dispuesto a recorrer las 900 millas que separan Santa Fe, NM, USA de Sabinas Hidalgo, NL, México.

Un viaje que nos llevaría a parar de nuevo en Sonora, TX para dormir y posteriormente continuar el viaje para el sábado en la mañana llegar a Sabinas para comer unos famosísimos y riquísimos tacos Rossy.


El viaje fue tranquilo, ninguna novedad importante, lo único fue que al llegar al Puente de Colombia para pasar a México nos llevamos la agradable sorpresa de que no había ningún coche esperando a pasar el tiempo y el tiempo que nos llevó cruzar la frontera a México fue de tan solo 5 minutos. Sorprendente si lo comparamos con que en estas mismas fechas, el año pasado, estuvimos haciendo una fila de 6 horas para cruzar a México.

  


En fin, llegamos a Sabinas y nos fuimos directamente a dejar el equipaje y a buscar los tacos. Sé que puede parecer raro que eso sea lo primero hiciésemos nada más llegar a México pero quien tenga la suerte de comer los tacos Rossy, entenderá el por qué. Así que tomad nota: si alguna vez váis a visitar Sabinas Hidalgo id a probad los tacos de maíz que hace Rossy... no os arrepentiréis de la visita.

Estuvimos un par de días descansando de la paliza del viaje en Sabinas y después nos fuimos a Monterrey a arreglar algunas cosas y a quedar con algunos compañeros. El martes regresamos a Sabinas para poder ir al día siguiente a Laredo, TX y es que la madre de Saraí quería acabar las compras de Navidad y así nosotros también aprovechamos para hacer algunas compras y sacar unos pocos dolaritos para gastar en nuestro siguiente destino.





En la frontera tuvimos que hacer como una hora y media para entrar en USA y para salir de México estuvimos como cinco minutos. Ya sólo nos quedaba dormir para salir, al día siguiente, jueves 22, hacia nuestro siguietne destino: CANCÚN.




Llegamos a Cancún sobre las 5 de la tarde. Nada más bajar del avión nos pudimos dar cuenta de la diferencia de temperatura que hay entre Monterrey y Cancún. Y es que habíamos llegado al paraíso y en lo primero que te das cuenta es en el calorcito que te llega aunque sea invierno.



Cuando salimos a buscar el coche de alquiler empezó a descargar la lluvia como si no fuese a parar jamás y duró hasta que llegamos al hotel. Un trayecto que nos llevó 45 minutos porque caía muchísima agua, los limpiaparabrisas no hacían demasiado bien su función y porque en un coche pequeño íbamos metidas siete personas: Saraí, yo, los padres de Saraí, la hermana y las dos sobrinas de Saraí.




Llegamos al hotel ya de noche con ganas de comer algo en el restaurante del hotel que está al lado de la playa. Compartimos una cena en familia, disfrutamos de la brisa marina y del calorcito que hacía a esas horas (ya había dejado de llover) y ya nos fuimos a descansar a las habitaciones para al día siguiente estar listos para nuestra primera visita a la península del Yucatán.

 

La mañana la dedicamos a pasear un poco y quedar con Allison y con David que también habían ido desde Santa Fe a disfrutar de las Navidades en Cancún. Sobre las 12 de la mañana agarramos los coches y tras parar a comer en la autopista llegamos, después de tres horas, a Xichen-Itzá.



 
El viaje hasta allí consiste en selva por todas partes, de vez en cuando podíamos ver por la autopista a gente que iba en bicicleta (aún no tengo muy claro qué hacían por aquellos parajes en donde no había nada más que selva) y un par de casetas de cobro que se llevan unos 300 pesos en el camino de ida. Llegamos a Xichen-Itzá sobre las cuatro de la tarde. Estaba todo listo para que pudiese anotar las terceras pirámides del mundo prehispánico en mi lista de lugares vistos.


 

 Nada más entrar a Xichen-Itzá, tras andar por un pequeño sendero, te encuentras con uno de los lugares más representativos del complejo: El Castillo. Una pirámide dedicada a Kukulkán, conocido en otras partes como Quetzalcóatl, que tiene en su base esculturas con cabezas de serpientes.




 
Bueno, realmente decir que es uno de los lugares más representativos es casi lo mismo que no decir nada porque prácticamente todo lo que hay allí es representativo. Y es que en las dos horas que quedaban hasta el cierre había bastantes cosas que ver.





Estuve un rato admirando El Castillo, escuchando las historias que algún guía contaba y escuchando rebotar el sonido de los aplausos contra la pirámide hasta que decidí seguir mi camino hasta El Grupo de las 1000 columnas, un grupo que, como efectivamente indica el nombre está plagado de columnas por todas partes.

 
Después de las columnas volví sobre mis pasos a encontrarme con Saraí y el resto para ir a ver el Templo del Jaguar, el Juego de la Pelota y la Pirámide de los Muertos. Cuando llegamos al Juego de la Pelota me volví a encontrar a gente hablando hacia los muros de uno de los lados para demostrar que la acústica permitía escuchar lo que se decía del otro lado del campo sin necesidad de gritar. Y es que en el poco tiempo que estuve en el complejo de Xichen-Itzá me pude dar cuenta que nada fue hecho al azar en ese lugar. Cada piedra tiene un sitio y en ese sitio es en el que está.
 
 
Antes de irnos del complejo me dijo Saraí que no me podía ir sin ver el Observatorio, una de las obra más significativas de los mayas y que les permitía realizar las observaciones astronómicas desde el propio edificio.
 
Ya en nuestro camino de regreso fuimos viendo todas las cosas que se vendían dentro del complejo y es que en cualquier lugar de México hay cientos de personas vendiéndote cualquier cosa.



Podría haber pasado mucho más tiempo en Xichen-Itzá pero tenían que cerrar y a mí aún me quedan, espero, muchas más veces para disfrutar de semejante complejo.
 

Desde que entré en el complejo se me hizo muy familiar y parecido al complejo que visité en El Tajín más o menos por las mismas fechas del año anterior. Los dos complejos, con todas las diferencias que existen entre ellos, se pueden caracterizar por el tipo de construcción y por la situación en medio de la selva.

Ya sólo nos quedaba regresar a Cancún y pasar otras tres horas más en la carretera hasta llegar al hotel. Al salir de Xichen-Itzá nos confundimos y no tomamos la autopista hasta pasar Valladolid. Eso nos permitió ver un poco de Valladolid y de su plaza. No estuvimos más que de paso pero por lo menos puedo decir que conocí la plaza de Valladolid.




Finalmente llegamos al hotel sobre las 9 de la noche y nos dispusimos a disfrutar un poco del ambiente nocturno de Cancún. Estábamos bastante cansados de la visita pero no podíamos dejar de disfrutar la vida nocturna de este lugar así que regresamos a buscar a Allison y a David a su hotel y nos fuimos los cinco a ver cómo se las gastaban en el Coco Bongo.



Después de cenar llegamos a comprar las entradas del Coco Bongo, como ya era tarde, nos dejaron las entradas para ir a un bar con barra libre y las del Coco Bongo por $20. Nos fuimos a tomar unas cervezas al bar de barra libre, el Congo, y después fuimos a ver la última parte del show del Coco Bongo. Para mí fue algo distinto el verme en una discoteca y poder disfrutar de un espectáculo en vivo. En general a las discotecas se va a tomar, a hablar con los compañeros y a bailar... el Coco Bongo es más de mirar hasta que el show se acaba. Del show, pues aparecieron los Kiss, canciones de Nirvana, el tío de La Máscara, bailes de camareros, gente colgada de cables, los Village People... Me gustó y lo disfruté :)


Eran como las cuatro de la mañana cuando nos metimos en cama... asombroso, sobre todo cuando uno ya está acostumbrado a que en Santa Fe cierren todo a las 2 de la mañana.