Por
fin llegó el ansiado Spring Break y con él una semana de vacaciones que, de una
forma u otra, había que aprovechar. Este año los planes se concretaron un poco
tarde y después de haber planeado varias rutas decidimos escoger una visita al
norte para conocer Chicago y el Niágara.
Como
el viaje en coche de Santa Fe a Chicago se iba a hacer bastante largo, sobre
todo porque es parte de la Route 66 y me gustaría parar en muchos lugares y
tomármelo con calma. Decidimos irnos en avión a Chicago y allí rentar un carro
para movernos al resto de lugares que teníamos pensado ver.
El
viaje empezó el viernes 9 de marzo a las 9 de la noche en Santa Fe y es que
estuvimos manejando toda la noche para llegar al aeropuerto de Denver a las 6
de la mañana y volar directo a Chicago. Parece increíble porque no ha nevado
prácticamente nada este año en NM, pero precisamente, el día que íbamos a salir
en coche, como desde las 7 de la tarde, empezó a nevar y ya no pararía de nevar
hasta justo la frontera de New Mexico con Colorado. Además, la nevada era
bastante intensa por momentos y en una carretera en la que puedes ir a 75-80
millas por hora, hubo muchos tramos en los que no podíamos pasar de las 45mph.
Eso sí, una vez pasamos a Colorado, el cielo se despejó y ya no volvimos a ver
ni un solo copo de nieve.
Lo
que me pareció curioso de este viaje fue el ver que, con toda la nevada que
estaba cayendo, no me hizo falta darle a los limpias salvo cuando algún camión
me adelantaba y me salpicaba agua en el parabrisas. Y ahí era donde venía el
problema gordo… y es que, como hacía tanto frío fuera, los limpias estaban
congelados y únicamente podían quitar un poco del agua que había y el resto lo
dejaban sin limpiar. Por un par de veces tuve que salir de la I-25 para limpiar
a mano el parabrisas y quitarle el hielo a los limpias.
Finalmente
llegamos sobre las cuatro de la mañana al DIA (Denver International Airport),
dejamos el coche en el aparcamiento más barato del aeropuerto, nos llevaron en
autobús del aparcamiento a la terminal, desayunamos algo en el aeropuerto y
esperamos a que el avión nos llevase a Chicago.
Llegamos
a Chicago a las diez de la mañana y nos fuimos a rentar el coche. En el
mostrador nos dieron un susto bien grande con el precio final del vehículo, se
nos fue casi al doble de precio, y es que en Internet no nos habían incluido
todas las taxes y resultó que tuvimos que ponerle un seguro, obligatoriamente,
al coche que nos rompió un poco los esquemas del presupuesto que habíamos
previsto inicialmente. Pero, claro, ¿qué haces? ¿les dices que no? Si sabes que
si te vas a la compañía de al lado te van a hacer la misma jugada… Pues nada, a
pagar y a callar.
Después
de agarrar el coche nos fuimos al Downtown de Chicago para ver qué podíamos
empezar a ver. Nunca había estado en Chicago y no quise pedir más que un par de
consejos de qué visitar. Llegamos a un aparcamiento en el centro de Chicago,
carísimo como todos los aparcamientos de Chicago, ($14 por día, aunque los
había muchísimo más caros) y nos fuimos a comer algo a un irlandés que,
surprise, surprise, tenía una máquina en cada mesa en la que podías marcar para
que viniese el camarero, podías ver el dinero que llevabas gastado con lo que
ibas pidiendo, podías ver la carta… ¡hasta podías pagar directamente utilizando
el lector de tarjetas!
Una
hamburguesa y un par de cervezas después nos fuimos a visitar el lago y a pasear
un poquito al lado del lago. Y digo poquito porque el cansancio de haber
dormido tan solo unas cuatro horas en el coche y el avión estaba empezando a
pasarnos factura y decidimos ir a buscar un motel para descansar hasta el día
siguiente, y es que estar de turismo sin haber dormido bien evita que aprecies
las cosas que ves.
Para
buscar hotel pasamos bastante tiempo porque los del Downtown tenían precio
prohibitivo (más el parking aparte) y hasta que entramos en un McDonald’s para utilizar
Internet y buscar un motel que estuviese más o menos no hubo manera de ver ningún
motel desde la carretera. Ah, a todo esto hay que añadirle un tráfico tremendo.
Llegamos
al hotel como a las 6:30pm, a las 7:00pm ya estábamos durmiendo, se supone que
era una siesta nada más, y cuando nos despertamos ya eran las 8am. Descansamos
tan bien… al día siguiente todas las cosas que visitamos ya nos parecieron mucho
más bonitas que el día anterior.
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