Nos
levantamos el viernes con el tiempo para desayunar en el motel y después salir
en coche para acabar de atravesar Michigan hasta llegar a Chicago.
Llegamos
a Chicago sobre las dos de la tarde y decidimos parar a visitar una de las
zonas en las que aún no habíamos estado: la zona de los museos.
Como
no teníamos mucho tiempo para ver varios museos decidimos entrar en el museo de
historia, no sin antes comprar un auténtico “Hot Dog Chicago Style” y poder
decir que estuvimos en Chicago y nos comimos un perrito caliente :)
La
nota graciosa la puso la chica que estaba detrás mía para comprar un perrito
caliente y que le dijo, en inglés, a la señora que vendía perritos: “Me da un
Hot Dog Chicago Style sin pepinillos, sin chile, sin mostaza y sin cebolla.” A
lo que la señora respondió en español: “Es decir, un Hot Dog de los normales.”
Tras
comer l perrito caliente nos fuimos al museo a ver qué podíamos ver. La primera
sección que vimos fue acerca de los egipcios, de las momias y de las formas de
vida en el antiguo Egipto.
Subimos
un nivel para meternos en la fauna y flora de distintos ecosistemas y para aprender
un poco de algunas razas humanas. Todo expuesto en forma de dioramas en el caso
de los animales y en forma de exposición en el caso de las razas humanas. En
ese mismo nivel, en el pasillo principal se podía ver el esqueleto de Sue, el
Tiranosaurio Rex del museo, y algunos elefantes.
En
el nivel superior pudimos darnos una vuelta a lo largo de las edades de la Tierra
y de los grandes desastres (impacto de meteoritos, glaciaciones…) que acabaron marcando
el fin de una era y el inicio de otra. Al salir de esa exposición nos
encontramos con esqueletos de infinidad de especies de dinosaurios y de
esqueletos de diferentes homínidos, entre ellos, los huesos de la famosa “Lucy”.
Acabamos
la visita justo cuando anunciaban el cierre del museo así que nos salimos a
disfrutar de las vistas desde la entrada del museo y nos fuimos en coche a comer
algo al centro de Chicago y a dar una vuelta más para ver, entre otras cosas, el inicio de la Ruta 66 antes de retirarnos al Super 8
en el que nos hospedamos durante toda la estancia en Chicago.
Al
día siguiente ya sólo daría tiempo para una visita rápida pero por hoy el día
se había acabado y con él el grueso de las millas del viaje.
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