jueves, 15 de marzo de 2012

Spring Break en el norte de USA V

Aprovechamos la estancia en el hotel hasta el último minuto… de hecho cuando estábamos saliendo por la puerta del hotel ya nos estaban llamando de recepción para decir que nos teníamos que ir.
             


Dimos alguna vuelta en coche por Cleveland para poder ver el lago y ver alguna parte que no habíamos visto ayer y ya nos pusimos en marcha hacia nuestro siguiente destino. Habíamos pensado en parar de nuevo en Toledo pero, debido a que en Niágara habíamos estados un día de lo inicialmente previsto decidimos seguir un poco más allá e ir a visitar Detroit y, de paso, aprovechar e ir a visitar a una amiga de Saraí que, además, nos invitó a pasar una noche en su casa e incluso, ese día en medio de semana, tuvimos una mini-fiesta (¿o fue macro?) para celebrar que su novio se acababa de divorciar de su anterior pareja.
             

Pero bueno, volvamos al principio: llegamos a Detroit sobre las doce o una de la tarde y, como la amiga estaba ocupada, nos fuimos a visitar un poco del downtown de Detroit… Desde que entramos por los suburbios de la ciudad ya nos dimos cuenta que era una ciudad  en horas bajas. De cada tres casas: una estaba en condiciones normalitas, otra estaba totalmente deshabitada y la tercera estaba habitada pero en condiciones ruinosas. Pensamos que la cosa iba a cambiar cuando llegásemos al downtown y en parte fue cierto: en el downtown, de cada tres casas dos estaban abandonadas y la tercera estaba en estado ruinoso… En mi vida había visto una ciudad tan decadente en tantos sitios a la vez…
        
     
La sorpresa nos la llevamos cuando llegamos al borde del río que separa USA de Canadá y es que en aquel punto se encontraba localizada toda el lujo que le faltaba al resto de la ciudad. Un paseo al lado del río totalmente nuevo y, en medio de dicho paseo un edificio rascacielos impresionante de la General Motors con una exposición permanente de coches en su interior e infinidad de oficinas de la empresa.
            


Tras un paseo por el río viendo un barco a vapor que había allí atracado, una visita al edificio de la General Motors y el regreso al lugar donde habíamos dejado el coche, un lugar en el que no tuvimos que pagar nada (algo bastante raro porque en los alrededores los precios para aparcar se iban a los $5 por cada dos horas), decidimos ir a tomar una cerveza y picar algo para matar el hambre mientras no podíamos quedar con la amiga de Saraí.
           

En ese momento nos dimos cuenta de la inseguridad que se respiraba en una ciudad tan deprimida, y no porque nos pasase algo sino porque vimos, en el bar-restaurante, un cartel que decía algo así como: “No nos hacemos responsables si aparcas el coche enfrente del local o en cualquier lugar de la cuadra, ten en cuenta que te pueden robar y que no debieras dejar a la vista nada de valor, es más, cualquier cosa de valor te aconsejamos que la traigas contigo al restaurante” Como sea, comimos a gusto y nadie nos robó nada del coche, eso sí, salimos a comprobar que no nos habíamos dejado nada a la vista en el coche.
             
 
Después de comer un poco nos fuimos a dar una vuelta con el coche y pasamos por al lado de dos estadios que estaban uno al lado del otro: parece ser que uno era de baseball y el otro de basket. Alguna historia nos contaron de que uno de los dos estadios lo pusieron en subasta pero que se llegó a ofrecer tan poco por él que finalmente suspendieron la subasta… otro indicador de que la ciudad de Detroit está en horas bajas. 

           

Y parece ser que está en horas bajas porque USA está mandando a hacer sus coches a Sudamérica por abaratar costes y la “Ciudad del Motor” está perdiendo todo su potencial. Claro, si en la Ciudad del Motor no se hacen coches pues ya me dirás qué panorama.
             

 De camino a casa de Maru, la amiga de Saraí, vimos un edificio enorme abandonado que nos llamó la atención, estaba en concordancia con el resto de la ciudad pero este edificio era realmente ENORME y estaba totalmente abandonado. Posteriormente nos enteramos que en ese edificio habían hecho las tomas de la última película de los Transformers para la gran batalla final entre Optimus Prime y no sé qué otro bicho.
            
 Estuvimos en casa de Maru un rato hasta que el novio salió de trabajar y después nos llevaron al bar de las alitas “The Buffalo Wings” en el que puedes pedir alitas todo lo picosas que quieras: uno de los locales favoritos de Saraí. Allí estuvimos un buen rato y de vuelta a casa paramos en un súper a comprar algo de cerveza para seguir con la fiesta en casa.

            

Al día siguiente Maru y su novio nos llevarían de paseo por los alrededores de la ciudad. Estuvimos en un par de lujosos “malls” que contrastaban con el resto de la decadente ciudad y pasamos un día entretenido en compañía de nuestros amigos. Al llegar la noche decidimos arrancar hacia Chicago, ya era tarde pero nuestra intención era alejarnos un poco de Detroit para que, al día siguiente, no tuviésemos que encontrarnos con ningún posible atasco.
         
 

 Nos paramos a dormir en una zona de moteles a unos 45 minutos de Detroit, sorprendentemente había algunos moteles que estaban llenos, y digo sorprendentemente porque estábamos en un lugar bastante alejado de cualquier cosa interesante. Al día siguiente nos enteramos que había habido un tornado y la gente que estaba viajando por la zona decidió pararse toda en la zona de los moteles. Al día siguiente sí pudimos ver, en nuestro camino hacia Chicago, que había muchas ramas y árboles tirados en los bordes de la carretera.

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