El viernes 21 de octubre una prima de Saraí nos invitó a su boda en Monterrey. Decidimos pedir el jueves y el viernes en la escuela y volar a San Antonio para que viniesen a buscarnos y el jueves en la tarde llegar a Sabinas.
El viernes a mediodía nos fuimos en coche a Monterrey para arreglar unos papeles de Saraí y después irnos a la boda. Llegamos a la boda religiosa a las 6 de la tarde y desde allí nos fuimos al salón de bodas a ver la ceremonia civil y después cenar y bailar.
Me sorprendieron bastante las diferencias entre una boda española y una boda mexicana.
La ceremonia religiosa era católica, algo que me sorprendió porque la gran mayoría de los mexicanos que conozco son cristianos no católicos. En esa ceremonia me sorprendí a mí mismo recitando las frases que decía el cura porque, a este lado del Atlántico, también son exactamente las mismas frases que en España.
Después de la ceremonia unas pocas fotos en la entrada de la iglesia con la nueva pareja y después al salón de bodas a celebrar el civil. Es decir, en el mismo día hacen las dos ceremonias aunque sé que hay veces que las dos ceremonias se hacen en distintos días. En España, hasta donde yo sé, las dos ceremonias son excluyentes y si haces el civil es porque no te vas a casar por la iglesia y si haces la ceremonia religiosa pues ya no tienes que hacer la ceremonia civil porque ya te lo hacen los trámites en la iglesia.
Pero bueno, esa no era la gran diferencia. La gran diferencia estaba en el banquete. Yo entré, me senté y me puse a esperar la comida... pero no. Resulta que al principio entró un grupo musical y empezó a tocar. Estuvo tocando alrededor de una hora y mientras iban diciendo que todo el mundo se pusiese a bailar porque la comida no iba a venir hasta dentro de un buen rato.
Finalmente llegó la comida y el grupo nunca dejó de tocar durante la cena. Eso sí, en vez de música más bailable se pusieron a tocar música más tranquila. De comer pusieron un plato y el postre y ya, no pusieron más comida. Gran diferencia con España, lugar en el que te sientas a comer y después de al menos cuatro o cinco platos distintos te ponen el postre.
Claro, después de la cena hubo más baile y fue cuando empezaron a hacer los juegos típicos de las bodas: lanzar el ramo, lanzar la liga, bailes comunitarios y un juego de correr sin dirección que le llaman "la víbora de la mar" o algo así. Básicamente hacer un poco el gamba para estar entretenido. Los juegos estaban un poco amañados y finalmente Saraí se llevó el ramo y yo me llevé la liga.
A las dos de la mañana se acabó la fiesta y nos fuimos a casa de un compañero a seguir con lo que ellos dan en llamar la "tornaboda", finalmente a las siete de la mañana estábamos durmiendo en casa.
El sábado nos tocó viajar de vuelta a San Antonio, a las cinco de la tarde nos llevaron en coche y llegamos sobre las nueve y media de la noche con el tiempo justo para dormir en un hotel y levantarnos a las cuatro y media de la mañana porque nuestro vuelo salía a las 6am con dirección a Albuquerque.
Llegamos a Santa Fe a las 11 de la mañana con mucho sueño y con todo el día por delante para descansar. Un viaje relámpago a México de tan sólo tres días pero que mereció la pena... De vez en cuando conviene recordar que hay vida después de las dos de la madrugada... Algo que se te olvida cuando vives en los States y a la 1:45am te están echando de todos los sitios.
domingo, 23 de octubre de 2011
lunes, 10 de octubre de 2011
Disfrutando la Naturaleza en Utah
Después de estar en el Balloon Fiesta y disfrutando de los colores de la montaña de Santa Fe en otoño, y sin tener más que una semana de cuatro días, llegaba el día de Columbus Day y eso significaba un fin de semana largo y un potencial viaje a realizar.
La planificación del viaje pasó por varias etapas, pero todas ella tenían un punto en común: visitar Canyonlands en Utah. Inicialmente la ruta fue pensada para ir a Utah y a Colorado pero el pronóstico del tiempo en Colorado, en plenas Rocky Mountains, no era demasiado alentador y finalmente decidimos, Saraí y yo, irnos a visitar única y exclusivamente Utah.
Yo ya había estado en Utah y ya sabía que, fuésemos a dónde fuésemos, los paisajes iban a ser inolvidables así que la ruta era muy fácil de planear, cualquier camino en Utah merecería la pena.
El viernes yo no trabajaba pero Saraí sí así que me dediqué a hacer los últimos preparativos del viaje mientras ella iba a trabajar y a la hora de la salida ya estaba yo en la puerta de su escuela con unos tamales y dispuestos a irnos directamente a dormir a Moab, UT.
A diferencia del primer viaje que me llevó por tierras de Utah, en vez de ir por Cuba, NM y por Farmington, NM nos fuimos directamente por Tierra Amarilla, NM, Pagosa Springs, CO (esta ruta ya la había hecho la vez que fuimos a Denver a través de la Rocky Mountains durante mi primer año en USA) y finalmente Moab, UT.
Tras asombrarnos con la cantidad de nieve que a principios de octubre ya había en la zona de Tierra Amarilla y de disfrutar de los paisajes antes de que la noche se echase encima, llegamos a Moab. Pensamos que iba a ser fácil conseguir motel en Moab pero parece que ese fin de semana todo el mundo había decidido ir a Moab a aprovechar el fin de semana de tres días y finalmente tuvimos que volver sobre nuestros pasos para buscar motel en Monticello. Ya eran las doce de la noche y sólo nos quedaba dormir para recuperar fuerzas para el día siguiente.
Al día siguiente nos levantamos temprano y fuimos a nuestro primer destino: Canyonlands National Park. Como siempre en este país, la carretera hasta allí circula por paisajes preciosos y cada vez que te acercas más al parque el paisaje te va dejando más y más sorprendido.
Pasamos algo menos de cuatro horas en el parque dando pequeños paseos, metiendo la Suburban por caminos de tierra y piedra y parando a ver todos los miradores que se cruzaban en nuestro camino. Este parque no es el típico parque en el que hay muchos miradores, simplemente hay que aprovechar las vistas que se te ofrecen y utilizar los caminos de tierra para disfrutar de la conducción de los caminos de un parque natural.
Por cierto, las vistas desde los pocos miradores que hay son bien bonitas.
Salimos del parque sobre las dos de la tarde y decidimos ir a comer a Moab antes de ir a ver Arches National Park. Un parque en el que ya había estado anteriormente pero que merece la pena visitar todas las veces que se puedan.
Para visitar Arches se necesitan de dos a tres horas para ver todo desde el coche, pero si quieres hacer algún paseo hasta los arcos, algo totalmente recomendable, necesitarás al menos dos horas más porque hay muchos lugares preciosos. Nosotros no disponíamos de tanto tiempo porque teníamos que recorrer unas cuantas millas hasta nuestro siguiente destino así que sobre las seis de la tarde nos fuimos del parque después de haberlo recorrido todo en coche.
Nuestro siguiente destino era Canyonville, cerca del Bryce Canyon, pero para llegar allí aún nos quedaban cuatro horas de viaje que se convirtieron en cuatro y media cuando, al subir a una cima de 9000 pies, se puso a nevar y no pudimos ir a más de 25 mph durante unos 45 minutos que se hicieron interminables. Lo curioso fue que nada más bajar de la montaña y justo antes de subir, el cielo estaba completamente despejado e incluso la temperatura era bastante agradable.
Llegamos a Canyonville a las doce de la noche, ya habíamos reservado hotel así que no teníamos que preocuparnos por el alojamiento. Como ya era tarde cuando llegamos tuve que llamar a la dueña del motel y me dijo dónde estaban las llaves. Al día siguiente nos quedaba visitar el Bryce Canyon.
Al día siguiente nos fuimos a comprar algo en el Subway que está a la entrada del Bryce Canyon y entramos al cañón. Un lugar para visitar en coche con unas 15 millas de carretera y con un montón de miradores. Entramos en el parque y nos fuimos directamente hasta el final de la carretera sin parar en ningún mirador. Al final de la carretera hay un mirador que está a una altitud de unos 9000 pies. En el camino de vuelta fuimos parando en todos los miradores.
Ya llegando al principio del parque están los dos miradores más conocidos y desde dónde se pueden tomar las fotos más significativas del Bryce Canyon. Realmente es sorprendente lo que la naturaleza hace con sus rocas, los colores de las rocas y toda la inmensidad que se llega a ver desde estos miradores. Había un mirador que incluso decía que en los días muy claros se podía llegar a divisar New Mexico y eso que estábamos en la zona sureste de Utah.
La entrada al Bryce Canyon es igual de cara que la entrada al Grand Canyon... eso da una idea de lo bonito que es. Quizás no sea tan impresionante como el Grand Canyon, entre otras cosas porque el Grand Canyon es impresionante desde que entras hasta que sales y el Bryce no te da esa sensación durante todo el camino, pero desde luego merece la pena los $25 que se pagan por vehículo para entrar.
Al salir de Bryce Canyon volvimos a parar a comer en el pueblo que hay en la entrada del parque y a las tres nos pusimos en marcha con destino a Santa Fe. Nos quedaban 10 horas de camino hasta Santa Fe y varios lugares de los que disfrutar en nuestro camino de vuelta. Pasamos por el Lake Powell y por las inmediaciones del Glen Canyon pero sin parar porque no teníamos tiempo. Volví a recorrer parte de la ruta que hice para ir al Grand Canyon North Rim y pasamos por carreteras muy bien cuidadas que llevaban a pueblos de mala muerte. Pasamos los pueblos de First Mesa y Second Mesa. Llegamos a Grants por carreteras secundarias y finalemnte llegamos a Santa Fe a la una de la mañana.
Llegamos cansados y con ganas de dormir pero satisfechos de haber salido a la carretera para seguir visitando este inmenso país y haber conocido un poco mejor Utah. Lo que sí fue de agradecer es que el lunes no tuviésemos que trabajar y que hiciésemos el esfuerzo de llegar el domingo en la madrugada para así poder reponer fuerzas el lunes todo el día.
El siguiente viaje que teníamos planeado era a Monterrey, México, para ir a una boda de una prima de Saraí. Hasta ese entonces tocará descansar...
La planificación del viaje pasó por varias etapas, pero todas ella tenían un punto en común: visitar Canyonlands en Utah. Inicialmente la ruta fue pensada para ir a Utah y a Colorado pero el pronóstico del tiempo en Colorado, en plenas Rocky Mountains, no era demasiado alentador y finalmente decidimos, Saraí y yo, irnos a visitar única y exclusivamente Utah.
Yo ya había estado en Utah y ya sabía que, fuésemos a dónde fuésemos, los paisajes iban a ser inolvidables así que la ruta era muy fácil de planear, cualquier camino en Utah merecería la pena.
El viernes yo no trabajaba pero Saraí sí así que me dediqué a hacer los últimos preparativos del viaje mientras ella iba a trabajar y a la hora de la salida ya estaba yo en la puerta de su escuela con unos tamales y dispuestos a irnos directamente a dormir a Moab, UT.
A diferencia del primer viaje que me llevó por tierras de Utah, en vez de ir por Cuba, NM y por Farmington, NM nos fuimos directamente por Tierra Amarilla, NM, Pagosa Springs, CO (esta ruta ya la había hecho la vez que fuimos a Denver a través de la Rocky Mountains durante mi primer año en USA) y finalmente Moab, UT.
Tras asombrarnos con la cantidad de nieve que a principios de octubre ya había en la zona de Tierra Amarilla y de disfrutar de los paisajes antes de que la noche se echase encima, llegamos a Moab. Pensamos que iba a ser fácil conseguir motel en Moab pero parece que ese fin de semana todo el mundo había decidido ir a Moab a aprovechar el fin de semana de tres días y finalmente tuvimos que volver sobre nuestros pasos para buscar motel en Monticello. Ya eran las doce de la noche y sólo nos quedaba dormir para recuperar fuerzas para el día siguiente.
Al día siguiente nos levantamos temprano y fuimos a nuestro primer destino: Canyonlands National Park. Como siempre en este país, la carretera hasta allí circula por paisajes preciosos y cada vez que te acercas más al parque el paisaje te va dejando más y más sorprendido.
Pasamos algo menos de cuatro horas en el parque dando pequeños paseos, metiendo la Suburban por caminos de tierra y piedra y parando a ver todos los miradores que se cruzaban en nuestro camino. Este parque no es el típico parque en el que hay muchos miradores, simplemente hay que aprovechar las vistas que se te ofrecen y utilizar los caminos de tierra para disfrutar de la conducción de los caminos de un parque natural.
Por cierto, las vistas desde los pocos miradores que hay son bien bonitas.
Salimos del parque sobre las dos de la tarde y decidimos ir a comer a Moab antes de ir a ver Arches National Park. Un parque en el que ya había estado anteriormente pero que merece la pena visitar todas las veces que se puedan.
Para visitar Arches se necesitan de dos a tres horas para ver todo desde el coche, pero si quieres hacer algún paseo hasta los arcos, algo totalmente recomendable, necesitarás al menos dos horas más porque hay muchos lugares preciosos. Nosotros no disponíamos de tanto tiempo porque teníamos que recorrer unas cuantas millas hasta nuestro siguiente destino así que sobre las seis de la tarde nos fuimos del parque después de haberlo recorrido todo en coche.
Nuestro siguiente destino era Canyonville, cerca del Bryce Canyon, pero para llegar allí aún nos quedaban cuatro horas de viaje que se convirtieron en cuatro y media cuando, al subir a una cima de 9000 pies, se puso a nevar y no pudimos ir a más de 25 mph durante unos 45 minutos que se hicieron interminables. Lo curioso fue que nada más bajar de la montaña y justo antes de subir, el cielo estaba completamente despejado e incluso la temperatura era bastante agradable.
Llegamos a Canyonville a las doce de la noche, ya habíamos reservado hotel así que no teníamos que preocuparnos por el alojamiento. Como ya era tarde cuando llegamos tuve que llamar a la dueña del motel y me dijo dónde estaban las llaves. Al día siguiente nos quedaba visitar el Bryce Canyon.
Al día siguiente nos fuimos a comprar algo en el Subway que está a la entrada del Bryce Canyon y entramos al cañón. Un lugar para visitar en coche con unas 15 millas de carretera y con un montón de miradores. Entramos en el parque y nos fuimos directamente hasta el final de la carretera sin parar en ningún mirador. Al final de la carretera hay un mirador que está a una altitud de unos 9000 pies. En el camino de vuelta fuimos parando en todos los miradores.
Ya llegando al principio del parque están los dos miradores más conocidos y desde dónde se pueden tomar las fotos más significativas del Bryce Canyon. Realmente es sorprendente lo que la naturaleza hace con sus rocas, los colores de las rocas y toda la inmensidad que se llega a ver desde estos miradores. Había un mirador que incluso decía que en los días muy claros se podía llegar a divisar New Mexico y eso que estábamos en la zona sureste de Utah.
La entrada al Bryce Canyon es igual de cara que la entrada al Grand Canyon... eso da una idea de lo bonito que es. Quizás no sea tan impresionante como el Grand Canyon, entre otras cosas porque el Grand Canyon es impresionante desde que entras hasta que sales y el Bryce no te da esa sensación durante todo el camino, pero desde luego merece la pena los $25 que se pagan por vehículo para entrar.
Al salir de Bryce Canyon volvimos a parar a comer en el pueblo que hay en la entrada del parque y a las tres nos pusimos en marcha con destino a Santa Fe. Nos quedaban 10 horas de camino hasta Santa Fe y varios lugares de los que disfrutar en nuestro camino de vuelta. Pasamos por el Lake Powell y por las inmediaciones del Glen Canyon pero sin parar porque no teníamos tiempo. Volví a recorrer parte de la ruta que hice para ir al Grand Canyon North Rim y pasamos por carreteras muy bien cuidadas que llevaban a pueblos de mala muerte. Pasamos los pueblos de First Mesa y Second Mesa. Llegamos a Grants por carreteras secundarias y finalemnte llegamos a Santa Fe a la una de la mañana.
Llegamos cansados y con ganas de dormir pero satisfechos de haber salido a la carretera para seguir visitando este inmenso país y haber conocido un poco mejor Utah. Lo que sí fue de agradecer es que el lunes no tuviésemos que trabajar y que hiciésemos el esfuerzo de llegar el domingo en la madrugada para así poder reponer fuerzas el lunes todo el día.
El siguiente viaje que teníamos planeado era a Monterrey, México, para ir a una boda de una prima de Saraí. Hasta ese entonces tocará descansar...
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