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lunes, 10 de octubre de 2011

Disfrutando la Naturaleza en Utah

Después de estar en el Balloon Fiesta y disfrutando de los colores de la montaña de Santa Fe en otoño, y sin tener más que una semana de cuatro días, llegaba el día de Columbus Day y eso significaba un fin de semana largo y un potencial viaje a realizar.



La planificación del viaje pasó por varias etapas, pero todas ella tenían un punto en común: visitar Canyonlands en Utah. Inicialmente la ruta fue pensada para ir a Utah y a Colorado pero el pronóstico del tiempo en Colorado, en plenas Rocky Mountains, no era demasiado alentador y finalmente decidimos, Saraí y yo, irnos a visitar única y exclusivamente Utah.



Yo ya había estado en Utah y ya sabía que, fuésemos a dónde fuésemos, los paisajes iban a ser inolvidables así que la ruta era muy fácil de planear, cualquier camino en Utah merecería la pena.

 
El viernes yo no trabajaba pero Saraí sí así que me dediqué a hacer los últimos preparativos del viaje mientras ella iba a trabajar y a la hora de la salida ya estaba yo en la puerta de su escuela con unos tamales y dispuestos a irnos directamente a dormir a Moab, UT.






A diferencia del primer viaje que me llevó por tierras de Utah, en vez de ir por Cuba, NM y por Farmington, NM nos fuimos directamente por Tierra Amarilla, NM, Pagosa Springs, CO (esta ruta ya la había hecho la vez que fuimos a Denver a través de la Rocky Mountains durante mi primer año en USA) y finalmente Moab, UT.


Tras asombrarnos con la cantidad de nieve que a principios de octubre ya había en la zona de Tierra Amarilla y de disfrutar de los paisajes antes de que la noche se echase encima, llegamos a Moab. Pensamos que iba a ser fácil conseguir motel en Moab pero parece que ese fin de semana todo el mundo había decidido ir a Moab a aprovechar el fin de semana de tres días y finalmente tuvimos que volver sobre nuestros pasos para buscar motel en Monticello. Ya eran las doce de la noche y sólo nos quedaba dormir para recuperar fuerzas para el día siguiente.


Al día siguiente nos levantamos temprano y fuimos a nuestro primer destino: Canyonlands National Park. Como siempre en este país, la carretera hasta allí circula por paisajes preciosos y cada vez que te acercas más al parque el paisaje te va dejando más y más sorprendido.



Pasamos algo menos de cuatro horas en el parque dando pequeños paseos, metiendo la Suburban por caminos de tierra y piedra y parando a ver todos los miradores que se cruzaban en nuestro camino. Este parque no es el típico parque en el que hay muchos miradores, simplemente hay que aprovechar las vistas que se te ofrecen y utilizar los caminos de tierra para disfrutar de la conducción de los caminos de un parque natural.



Por cierto, las vistas desde los pocos miradores que hay son bien bonitas.

Salimos del parque sobre las dos de la tarde y decidimos ir a comer a Moab antes de ir a ver Arches National Park. Un parque en el que ya había estado anteriormente pero que merece la pena visitar todas las veces que se puedan.



Para visitar Arches se necesitan de dos a tres horas para ver todo desde el coche, pero si quieres hacer algún paseo hasta los arcos, algo totalmente recomendable, necesitarás al menos dos horas más porque hay muchos lugares preciosos. Nosotros no disponíamos de tanto tiempo porque teníamos que recorrer unas cuantas millas hasta nuestro siguiente destino así que sobre las seis de la tarde nos fuimos del parque después de haberlo recorrido todo en coche.



Nuestro siguiente destino era Canyonville, cerca del Bryce Canyon, pero para llegar allí aún nos quedaban cuatro horas de viaje que se convirtieron en cuatro y media cuando, al subir a una cima de 9000 pies, se puso a nevar y no pudimos ir a más de 25 mph durante unos 45 minutos que se hicieron interminables. Lo curioso fue que nada más bajar de la montaña y justo antes de subir, el cielo estaba completamente despejado e incluso la temperatura era bastante agradable.


 
Llegamos a Canyonville a las doce de la noche, ya habíamos reservado hotel así que no teníamos que preocuparnos por el alojamiento. Como ya era tarde cuando llegamos tuve que llamar a la dueña del motel y me dijo dónde estaban las llaves. Al día siguiente nos quedaba visitar el Bryce Canyon.


Al día siguiente nos fuimos a comprar algo en el Subway que está a la entrada del Bryce Canyon y entramos al cañón. Un lugar para visitar en coche con unas 15 millas de carretera y con un montón de miradores. Entramos en el parque y nos fuimos directamente hasta el final de la carretera sin parar en ningún mirador. Al final de la carretera hay un mirador que está a una altitud de unos 9000 pies. En el camino de vuelta fuimos parando en todos los miradores.


Ya llegando al principio del parque están los dos miradores más conocidos y desde dónde se pueden tomar las fotos más significativas del Bryce Canyon. Realmente es sorprendente lo que la naturaleza hace con sus rocas, los colores de las rocas y toda la inmensidad que se llega a ver desde estos miradores. Había un mirador que incluso decía que en los días muy claros se podía llegar a divisar New Mexico y eso que estábamos en la zona sureste de Utah.



La entrada al Bryce Canyon es igual de cara que la entrada al Grand Canyon... eso da una idea de lo bonito que es. Quizás no sea tan impresionante como el Grand Canyon, entre otras cosas porque el Grand Canyon es impresionante desde que entras hasta que sales y el Bryce no te da esa sensación durante todo el camino, pero desde luego merece la pena los $25 que se pagan por vehículo para entrar.




Al salir de Bryce Canyon volvimos a parar a comer en el pueblo que hay en la entrada del parque y a las tres nos pusimos en marcha con destino a Santa Fe. Nos quedaban 10 horas de camino hasta Santa Fe y varios lugares de los que disfrutar en nuestro camino de vuelta. Pasamos por el Lake Powell y por las inmediaciones del Glen Canyon pero sin parar porque no teníamos tiempo. Volví a recorrer parte de la ruta que hice para ir al Grand Canyon North Rim y pasamos por carreteras muy bien cuidadas que llevaban a pueblos de mala muerte. Pasamos los pueblos de First Mesa y Second Mesa. Llegamos a Grants por carreteras secundarias y finalemnte llegamos a Santa Fe a la una de la mañana.



Llegamos cansados y con ganas de dormir pero satisfechos de haber salido a la carretera para seguir visitando este inmenso país y haber conocido un poco mejor Utah. Lo que sí fue de agradecer es que el lunes no tuviésemos que trabajar y que hiciésemos el esfuerzo de llegar el domingo en la madrugada para así poder reponer fuerzas el lunes todo el día.




El siguiente viaje que teníamos planeado era a Monterrey, México, para ir a una boda de una prima de Saraí. Hasta ese entonces tocará descansar...

sábado, 6 de marzo de 2010

2.- Moab (UT) - Jackson (WY)


El sábado nos levantamos con dos ideas en la cabeza: visitar Salt Lake City (capital de Utah) y llegar a Jackson (pueblo que nos permitiría visitar Teton y Yellowstone).

Nos pusimos en marcha a eso de las 11:30am porque había que descansar de los madrugones de la semana y del viaje contrarreloj del día anterior. Arrancamos decididos a atravesar todo el estado de Utah, parte de Idaho y un poquito de Wyoming. Un día nublado nos acompañó durante todo el camino.


Nada más salir de Moab nos dimos cuenta de lo que tanto habíamos escuchado por parte de un montón de gente: “Utah es precioso” y es que el gran placer de atravesar Utah consiste en tener la suerte de ir en el asiento del acompañante con los ojos bien abiertos viendo la infinidad de colores que ofrece la tierra de las montañas (amarillo, colorado, verde, negro...)


Después de viajar a lomos de una carretera que surcaba las Montañas Rocosas a su paso por Utah llegamos por fin a las afueras de Salt Lake City. Lo primero que se nos presentó fue el Downtown de la ciudad con sus edificios altos y las montañas dibujando su perfil al fondo... Estábamos a punto de entrar en Salt Lake City, una ciudad de la cual sólo sabíamos que tenía un gran aeropuerto (conexión desde muchos puntos para llegar a Albuquerque), que había albergado los Juegos Olímpicos de Invierno del 2002 y el comentario de una compañera de trabajo: “¿y qué vais a hacer en SLC?”



Visita rápida al Downtown, una visual del Estadio Olímpico y un paseo por uno de los parques más importantes de la ciudad (que aún conservaba la nieve de las últimas nevadas). Lo cierto es que nos esperábamos una ciudad un poco más activa y más atractiva pero no encontramos gran cosa, quizás el hecho de haber estado sólo tres horas tampoco haya ayudado demasiado a ver los encantos de la ciudad pero, así por encima, fue más que suficiente las tres horas para hacernos una idea de lo que es la ciudad.

Eso sí, llevábamos un poco de prisa por llegar a Jackson ese día porque sino podría haber sido una gran idea subir a ver todas las instalaciones olímpicas de las montañas o incluso haberse acercado al Salt Lake que está al norte de la ciudad a comprobar “in situ” si el agua del lago es efectivamente salada (el lago sólo llegamos a verlo un poco desde el coche en nuestra ruta hacia Idaho).



Después de visitar Salt Lake City la noche empezó a echarse encima y sólo nos alcanzó a ver un poco más del paisaje de Utah (que ya se había suavizado un poco en cuanto a montañas), el cartel de entrada a Idaho y un poco del agreste paisaje de Idaho por su zona Sureste.

Ya en Idaho paramos a descansar un poco en el pueblo de Idaho Springs y de paso ver, de nuevo, otro pueblo con ese encanto que todos los pueblos americanos desprenden... y es que tienen “un no sé qué, que qué sé yo” que no sería capaz de describir... Esas luces amarillas al lado de la calle principal, esos edificios de una sola altura en los que hay negocios de lo más extraño, esos semáforos colgando del otro lado de la calle y que te dicen si puedes pasar o no, las luces de neón... lo dicho: “un no sé qué, que qué sé yo”...



Llegaba la parte más complicada del viaje. Y es que el camino hacia Jackson era a través de carreteras secundarias llenas de intersecciones que no nos podíamos pasar y con un montón de curvas que atravesaban los aledaños del Grand Teton Park y el propio Gran Teton, por no contar el hecho de que la noche ya nos había envuelto con su manto negro. Al final llegamos sin ningún problema, eso sí, justo al pasar al estado de Wyoming (ya cerca de nuestro destino final) tuvimos que ir a unas 25 millas por hora debido a las fuertes pendientes de la carretera, eso sí, íbamos tranquilos de no salirnos de la carretera porque a un lado y a otro de la carretera había una capa de por lo menos metro y medio (cuando no de dos metros) de nieve que nos impediría caernos montaña abajo en caso de salirnos :)



Finalmente llegamos a Jackson: un pueblo destinado única y exclusivamente al turismo y a las excursiones guiadas (en moto, en coche, en autobús, en quads, caminando...) a los dos grandes parques naturales que tiene al lado: Grand Teton y Yellowstone.

Después de chequear un par de moteles para ver en cuál nos salía más barato (había moteles ciertamente caros) y en cuál nos daban el desayuno por las mañanas, decidimos quedarnos en la socorrida cadena Motel 8.



Aún no era demasiado tarde y decidimos ir, después de comer algo en la habitación, a tomarnos una cervecita por haber llegado al primer gran destino de nuestro viaje.

Al día siguiente decidimos aprovechar la mañana descansando hasta la hora de cierre del desayuno, estábamos cansados y ese era un buen día para recuperarnos de la paliza que nos habíamos metido (y de paso tomar fuerzas para la que nos quedaba aún por delante).


Pero eso ya forma parte del siguiente día...



Resumen del día: 536 millas recorridas, alrededor de 10 horas conducidas y la alegría de estar a nada de dos grandes Parques Naturales (Grand Teton National Park y Yellowstone National Park)