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viernes, 23 de diciembre de 2011

Navidades en México: Monterrey - Cancún - Xichen-Itzá

El viernes 16 de diciembre llegó el ansiado día del comienzo de las vacaciones y a las 15:00h tenía el coche aparcado en el aparcamiento de la escuela de Saraí dispuesto a recorrer las 900 millas que separan Santa Fe, NM, USA de Sabinas Hidalgo, NL, México.

Un viaje que nos llevaría a parar de nuevo en Sonora, TX para dormir y posteriormente continuar el viaje para el sábado en la mañana llegar a Sabinas para comer unos famosísimos y riquísimos tacos Rossy.


El viaje fue tranquilo, ninguna novedad importante, lo único fue que al llegar al Puente de Colombia para pasar a México nos llevamos la agradable sorpresa de que no había ningún coche esperando a pasar el tiempo y el tiempo que nos llevó cruzar la frontera a México fue de tan solo 5 minutos. Sorprendente si lo comparamos con que en estas mismas fechas, el año pasado, estuvimos haciendo una fila de 6 horas para cruzar a México.

  


En fin, llegamos a Sabinas y nos fuimos directamente a dejar el equipaje y a buscar los tacos. Sé que puede parecer raro que eso sea lo primero hiciésemos nada más llegar a México pero quien tenga la suerte de comer los tacos Rossy, entenderá el por qué. Así que tomad nota: si alguna vez váis a visitar Sabinas Hidalgo id a probad los tacos de maíz que hace Rossy... no os arrepentiréis de la visita.

Estuvimos un par de días descansando de la paliza del viaje en Sabinas y después nos fuimos a Monterrey a arreglar algunas cosas y a quedar con algunos compañeros. El martes regresamos a Sabinas para poder ir al día siguiente a Laredo, TX y es que la madre de Saraí quería acabar las compras de Navidad y así nosotros también aprovechamos para hacer algunas compras y sacar unos pocos dolaritos para gastar en nuestro siguiente destino.





En la frontera tuvimos que hacer como una hora y media para entrar en USA y para salir de México estuvimos como cinco minutos. Ya sólo nos quedaba dormir para salir, al día siguiente, jueves 22, hacia nuestro siguietne destino: CANCÚN.




Llegamos a Cancún sobre las 5 de la tarde. Nada más bajar del avión nos pudimos dar cuenta de la diferencia de temperatura que hay entre Monterrey y Cancún. Y es que habíamos llegado al paraíso y en lo primero que te das cuenta es en el calorcito que te llega aunque sea invierno.



Cuando salimos a buscar el coche de alquiler empezó a descargar la lluvia como si no fuese a parar jamás y duró hasta que llegamos al hotel. Un trayecto que nos llevó 45 minutos porque caía muchísima agua, los limpiaparabrisas no hacían demasiado bien su función y porque en un coche pequeño íbamos metidas siete personas: Saraí, yo, los padres de Saraí, la hermana y las dos sobrinas de Saraí.




Llegamos al hotel ya de noche con ganas de comer algo en el restaurante del hotel que está al lado de la playa. Compartimos una cena en familia, disfrutamos de la brisa marina y del calorcito que hacía a esas horas (ya había dejado de llover) y ya nos fuimos a descansar a las habitaciones para al día siguiente estar listos para nuestra primera visita a la península del Yucatán.

 

La mañana la dedicamos a pasear un poco y quedar con Allison y con David que también habían ido desde Santa Fe a disfrutar de las Navidades en Cancún. Sobre las 12 de la mañana agarramos los coches y tras parar a comer en la autopista llegamos, después de tres horas, a Xichen-Itzá.



 
El viaje hasta allí consiste en selva por todas partes, de vez en cuando podíamos ver por la autopista a gente que iba en bicicleta (aún no tengo muy claro qué hacían por aquellos parajes en donde no había nada más que selva) y un par de casetas de cobro que se llevan unos 300 pesos en el camino de ida. Llegamos a Xichen-Itzá sobre las cuatro de la tarde. Estaba todo listo para que pudiese anotar las terceras pirámides del mundo prehispánico en mi lista de lugares vistos.


 

 Nada más entrar a Xichen-Itzá, tras andar por un pequeño sendero, te encuentras con uno de los lugares más representativos del complejo: El Castillo. Una pirámide dedicada a Kukulkán, conocido en otras partes como Quetzalcóatl, que tiene en su base esculturas con cabezas de serpientes.




 
Bueno, realmente decir que es uno de los lugares más representativos es casi lo mismo que no decir nada porque prácticamente todo lo que hay allí es representativo. Y es que en las dos horas que quedaban hasta el cierre había bastantes cosas que ver.





Estuve un rato admirando El Castillo, escuchando las historias que algún guía contaba y escuchando rebotar el sonido de los aplausos contra la pirámide hasta que decidí seguir mi camino hasta El Grupo de las 1000 columnas, un grupo que, como efectivamente indica el nombre está plagado de columnas por todas partes.

 
Después de las columnas volví sobre mis pasos a encontrarme con Saraí y el resto para ir a ver el Templo del Jaguar, el Juego de la Pelota y la Pirámide de los Muertos. Cuando llegamos al Juego de la Pelota me volví a encontrar a gente hablando hacia los muros de uno de los lados para demostrar que la acústica permitía escuchar lo que se decía del otro lado del campo sin necesidad de gritar. Y es que en el poco tiempo que estuve en el complejo de Xichen-Itzá me pude dar cuenta que nada fue hecho al azar en ese lugar. Cada piedra tiene un sitio y en ese sitio es en el que está.
 
 
Antes de irnos del complejo me dijo Saraí que no me podía ir sin ver el Observatorio, una de las obra más significativas de los mayas y que les permitía realizar las observaciones astronómicas desde el propio edificio.
 
Ya en nuestro camino de regreso fuimos viendo todas las cosas que se vendían dentro del complejo y es que en cualquier lugar de México hay cientos de personas vendiéndote cualquier cosa.



Podría haber pasado mucho más tiempo en Xichen-Itzá pero tenían que cerrar y a mí aún me quedan, espero, muchas más veces para disfrutar de semejante complejo.
 

Desde que entré en el complejo se me hizo muy familiar y parecido al complejo que visité en El Tajín más o menos por las mismas fechas del año anterior. Los dos complejos, con todas las diferencias que existen entre ellos, se pueden caracterizar por el tipo de construcción y por la situación en medio de la selva.

Ya sólo nos quedaba regresar a Cancún y pasar otras tres horas más en la carretera hasta llegar al hotel. Al salir de Xichen-Itzá nos confundimos y no tomamos la autopista hasta pasar Valladolid. Eso nos permitió ver un poco de Valladolid y de su plaza. No estuvimos más que de paso pero por lo menos puedo decir que conocí la plaza de Valladolid.




Finalmente llegamos al hotel sobre las 9 de la noche y nos dispusimos a disfrutar un poco del ambiente nocturno de Cancún. Estábamos bastante cansados de la visita pero no podíamos dejar de disfrutar la vida nocturna de este lugar así que regresamos a buscar a Allison y a David a su hotel y nos fuimos los cinco a ver cómo se las gastaban en el Coco Bongo.



Después de cenar llegamos a comprar las entradas del Coco Bongo, como ya era tarde, nos dejaron las entradas para ir a un bar con barra libre y las del Coco Bongo por $20. Nos fuimos a tomar unas cervezas al bar de barra libre, el Congo, y después fuimos a ver la última parte del show del Coco Bongo. Para mí fue algo distinto el verme en una discoteca y poder disfrutar de un espectáculo en vivo. En general a las discotecas se va a tomar, a hablar con los compañeros y a bailar... el Coco Bongo es más de mirar hasta que el show se acaba. Del show, pues aparecieron los Kiss, canciones de Nirvana, el tío de La Máscara, bailes de camareros, gente colgada de cables, los Village People... Me gustó y lo disfruté :)


Eran como las cuatro de la mañana cuando nos metimos en cama... asombroso, sobre todo cuando uno ya está acostumbrado a que en Santa Fe cierren todo a las 2 de la mañana.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Thanksgiving en México


Este año decidimos hacer un poco más largas las vacaciones de Thanksgiving y Saraí y yo pedimos el lunes y el martes para poder salir en coche hacia Monterrey el viernes acabando la escuela y regresar a Santa Fe el lunes de la semana siguiente.

Así que a las tres menos cuarto del viernes ya estaba yo en la escuela de Saraí con la Suburban encendida y con el depósito lleno para salir zumbando hacia tierras mexicanas.


El plan pasaba por conducir 8 horas hasta Sonora, TX y allí parar a dormir en un Days Inn. Así lo hicimos y para el día siguiente ya sólo nos quedaba cruzar la frontera de México y llegar a Monterrey.

En la frontera tuvimos que declarar el coche y eso nos llevó cerca de dos horas. Ya con el permiso de internación temporal de la camioneta sólo faltaba seguir en la ruta para llegar al destino final.


A las dos y media llegamos a Monterrey y descansamos un poco para poder estar frescos para nuestras respectivas despedidas.

De la despedida sólo diré que estuvo muy bien, estuve muy a gusto con los amigos. Diría más, pero es que de las despedidas no se puede contar nada, es como en Las Vegas "What happens in Vegas remains in Vegas".  Ah, por cierto, en la fiesta me hinché a comer tacos al vapor... pura grasa pero, ¡qué buenos están! Algo más de comida que pedir cuando regrese a México :) Gracias a Joab por organizar la despedida y a todos los demás por venir.


El domingo me la pasé descansando en casa de Joab y recuperándome de la fiesta y del viaje. El resto de la semana nos la pasaríamos entre Sabinas y Monterrey.


El lunes día 21 de noviembre se celebraba el Día de la Revolución mexicana y en Sabinas todas las escuelas y agrupaciones sociales salían a la calle en desfile, como las sobrinas de Saraí iban a salir en las comparsas, una de reina y la otra bailando, pues fuimos hasta Sabinas desde Monterrey para verlas y de paso aproveché para sacar fotos de las fiestas mexicanas que, hasta donde pude comprobar, es puro baile y música a todo trapo durante todo el recorrido.


Después de comer en un puesto de la calle, aprovechamos el resto del día y nos fuimos a conocer las Grutas de Bustamante. Unas grutas de piedra blanca que están como a una hora de Sabinas y a las que se llega en un autobús particular tras una subida de cuatro kilómetros de curvas extremadamente cerradas... Es comprensible que no te dejen subir en tu propio coche, no vaya a ser que te despeñes.



Las grutas son bien bonitas, la pena que el recorrido es de tan sólo media hora, pero en esa media hora puedes ver formas de todo tipo en las estalactitas y estalacmitas. Eso sí, el guía nos dijo que estaban trabajando para abrir más galerías en un futuro y que ya estaban planeando la manera de extender el camino hacia esas nuevas grutas, habrá que volver.


Tras la visita a las grutas nos volvimos a Monterrey porque habíamos ido a Sabinas con la hermana de Saraí, Candy, y ella tenía que trabajar al día siguiente.


Los días siguientes aprovechamos para arreglar algunos papeles que Saraí tenía que presentar en España, fuimos a preguntar el precio de los cruceros a Alaska y fuimos a ver invitaciones para la boda.

El tiempo que estuvimos en México lo aprovechamos para hacer todo aquello que teníamos pendiente de hacer, para visitar amigos y para disfrutar de la comida mexicana.


Con respecto a la comida he de decir que me di cuenta de un detalle que hace que la comida de ese lado de la frontera sea mejor que la de USA y es que la calidad de la materia prima es infinitamente mejor.

Esta vez tocó disfrutar de las alitas picantes, el cerdo, tacos y más tacos y es que no puedo ir a México sin comer tacos, es más, si por mí fuese me la pasaría comiendo tacos todos los días :)



El sábado fuimos a otra boda de un primo de Saraí, y es que todos los primos de Saraí son de la misma edad y ya están acabando de casarse los últimos.

Después de la boda nos fuimos para casa a descansar, al día siguiente nos teníamos que regresar a USA y no sabíamos qué nos íbamos a encontrar en la frontera.


Finalmente no encontramos casi ningún coche en la frontera de Colombia y en media hora ya estábamos en territorio americano. Finalmente llegamos a Santa Fe el lunes a mediodía. Tuvimos todo el resto del día para descansar y agarrar fuerzas para comenzar otra semana de trabajo.

En Navidades ya tenemos planeado de nuevo otro viaje a México, esta vez para hacer un poco más de turismo.

domingo, 23 de octubre de 2011

Boda en Monterrey

El viernes 21 de octubre una prima de Saraí nos invitó a su boda en Monterrey. Decidimos pedir el jueves y el viernes en la escuela y volar a San Antonio para que viniesen a buscarnos y el jueves en la tarde llegar a Sabinas.



El viernes a mediodía nos fuimos en coche a Monterrey para arreglar unos papeles de Saraí y después irnos a la boda. Llegamos a la boda religiosa a las 6 de la tarde y desde allí nos fuimos al salón de bodas a ver la ceremonia civil y después cenar y bailar.

Me sorprendieron bastante las diferencias entre una boda española y una boda mexicana.


La ceremonia religiosa era católica, algo que me sorprendió porque la gran mayoría de los mexicanos que conozco son cristianos no católicos. En esa ceremonia me sorprendí a mí mismo recitando las frases que decía el cura porque, a este lado del Atlántico, también son exactamente las mismas frases que en España.

 Después de la ceremonia unas pocas fotos en la entrada de la iglesia con la nueva pareja y después al salón de bodas a celebrar el civil. Es decir, en el mismo día hacen las dos ceremonias aunque sé que hay veces que las dos ceremonias se hacen en distintos días. En España, hasta donde yo sé, las dos ceremonias son excluyentes y si haces el civil es porque no te vas a casar por la iglesia y si haces la ceremonia religiosa pues ya no tienes que hacer la ceremonia civil porque ya te lo hacen los trámites en la iglesia.


Pero bueno, esa no era la gran diferencia. La gran diferencia estaba en el banquete. Yo entré, me senté y me puse a esperar la comida... pero no. Resulta que al principio entró un grupo musical y empezó a tocar. Estuvo tocando alrededor de una hora y mientras iban diciendo que todo el mundo se pusiese a bailar porque la comida no iba a venir hasta dentro de un buen rato.

Finalmente llegó la comida y el grupo nunca dejó de tocar durante la cena. Eso sí, en vez de música más bailable se pusieron a tocar música más tranquila. De comer pusieron un plato y el postre y ya, no pusieron más comida. Gran diferencia con España, lugar en el que te sientas a comer y después de al menos cuatro o cinco platos distintos te ponen el postre.


Claro, después de la cena hubo más baile y fue cuando empezaron a hacer los juegos típicos de las bodas: lanzar el ramo, lanzar la liga, bailes comunitarios y un juego de correr sin dirección que le llaman "la víbora de la mar" o algo así. Básicamente hacer un poco el gamba para estar entretenido. Los juegos estaban un poco amañados y finalmente Saraí se llevó el ramo y yo me llevé la liga.

A las dos de la mañana se acabó la fiesta y nos fuimos a casa de un compañero a seguir con lo que ellos dan en llamar la "tornaboda", finalmente a las siete de la mañana estábamos durmiendo en casa.


El sábado nos tocó viajar de vuelta a San Antonio, a las cinco de la tarde nos llevaron en coche y llegamos sobre las nueve y media de la noche con el tiempo justo para dormir en un hotel y levantarnos a las cuatro y media de la mañana porque nuestro vuelo salía a las 6am con dirección a Albuquerque.



Llegamos a Santa Fe a las 11 de la mañana con mucho sueño y con todo el día por delante para descansar. Un viaje relámpago a México de tan sólo tres días pero que mereció la pena... De vez en cuando conviene recordar que hay vida después de las dos de la madrugada... Algo que se te olvida cuando vives en los States y a la 1:45am te están echando de todos los sitios.