miércoles, 30 de diciembre de 2009

Washington D.C.

El martes a las 8:20am subió por la rampa del aparcamiento el coche que había alquilado para ir Washington: Un Ford Mustang Negro del año 2009.



Me podría pasar la entrada hablando simplemente del gusto que da conducir un coche automático de estas características, del sonido que hace el motor al acelerar, de cómo responde cuando le pisas un poco, de los calambrazos que nos dio al abrir y cerrar las puertas, de la fantástica línea deportiva que tiene... pero creo que es mejor que me dedique a hablar de Washington, eso sí, las fotos del coche las dejo puestas por si alguien quiere echarle un vistazo (yo desde luego las veré muchas veces para recordarlo). Por cierto, podría haberme alquilado un coche más barato pero entonces no podría haber saciado mi ansia de poder conducir un Mustang en América y como no me voy a hacer ningún otro regalo de Navidad ¡qué menos que darse este capricho!


A las 8:30am salimos con dirección a Washington DC. Nos quedaban cinco estados que atravesar (New Jersey, Philadelphia, Delaware, Maryland y finalmente District of Columbia) y unas cuatro horas al volante.


Después de pasar Jersey City, Trenton, Philadelphia y Baltimore por fin llegamos a ver el Jefferson Memorial y el Obelisco de Washington DC. Aparcamos junto al Obelisco y estuvimos visitando el Lincoln Memorial, el propio Obelisco, varios monumentos en honor a los militares y el Capitolio. La impresión que nos dio es que en USA se tiene una gran veneración a sus soldados y que Washington es la prueba viva de esto... y es que no hay monumento que no esté relacionado, de una forma u otra, con la memoria a las guerras libradas, a los soldados muertos en combate, a las guerras ganadas o a los veteranos del ejército.


Al volver a por el coche fuimos en busca de una gasolinera y posteriormente decidimos buscar un motel a las afueras del centro para poder dejar las cosas que teníamos en el coche.



Después de buscar el motel nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad en coche, como tampoco teníamos muy claro qué es lo que podíamos ver decidimos guiarnos por el mapa que nos habían dado en el motel y acabamos viendo la catedral católica de Washington, la calle de las Embajadas y el monumento a Iwo Jima (que está en el estado de Virginia). El monumento a Iwo Jima es algo que sorprende mucho al verlo, o al menos eso nos ocurrió a los dos, porque es algo que los estudiantes de la EGB llevamos en la cabeza por haber visto la foto millones de veces en los libros de texto, en la tele... Fue una gran sorpresa toparse con el monumento tras una curva y que apareciese ante nosotros todo iluminado y con sus cinco soldados tratando de levantar la bandera... Ya empiezo a ser pesado con la frasecita, pero es que es cierta: Cada día USA te sorprende con algo nuevo y cuando no es algo nuevo siempre quedan las impresionantes puestas de sol de New Mexico. De hecho cuando regresé a New Mexico después de los 16 días que pasé de vacaciones ya tenía ganas de poder volver a disfrutar de una puesta de sol... Bueno, que me voy del tema...


Después de sacarle fotos al monumento de Iwo Jima y al otro monumento que había por allí (el Mustang negro que había alquilado), nos fuimos a comprar una pizza para comerla en el hotel y descansar para poder levantarnos al día siguiente y ver un par de museos.


Al día siguiente nos fuimos a ver el National Gallery of Art (donde vimos, entre otras muchas cosas El Pensador y El Beso de Rodin) y el Air and Space Museum (donde pudimos toquetear algunos aviones y hacer algunos experimentos), dimos una pequeña vuelta a pie por la ciudad para ver el edificio central de la United State Postal Service en Washington y en nuestro pasear nos encontramos con el restaurante del cocinero español Jose Andrés :) (más de una vez tengo visto su programa en la tele).


¿Qué nos faltaba por ver en Washington? Sí, el Pentágono y la Casa Blanca. Así que nos pusimos en marcha y fuimos hasta el Pentágono para, por lo menos, poder decir que lo habíamos visto: un par de fotos ilegales al edificio y vuelta al centro de la ciudad para ver, desde lejos, la White House, el arbolito de Navidad que monta el presidente todos los años y los trenes de juguete que hay al lado del árbol. Sigo diciendo que está muy curioso poder estar en todos esos sitios que vemos por la tele miles y miles de veces y yo creo que en cierta parte, ahí radica la grandeza de poder visitar esta ciudad.


En definitiva, un viaje corto pero intenso en el que vimos un montón de sitios de esos que se llegan a conocer por las películas y por los telediarios. A Álvaro le fastidié dos días en NYC, pero me dijo que le había molado mucho poder conocer Washington y, sobre todo, poder viajar por USA a “lomos de un Mustang” (sólo lo pudo conducir en un aparcamiento un rato porque él no tenía permiso para conducir en USA por no tener la licencia de conducir internacional)

Después de ver la Casa Blanca nos volvimos de regreso a NYC, como queríamos evitar los peajes (nos habían puesto una multa de $50 porque aparqué en un sitio en el que no se podía y ese dinero tocaba ahorrarlo de algún sitio) el GPS nos metió por unos sitios por el medio de la nada, era de noche, pero mereció la pena recorrer carreteras secundarias en nuestro viaje de vuelta, también existen sitios en los que reina la oscuridad y no se ven directamente las infinitas luces de las grandes de las ciudades.

A las 9:45pm llegamos a NYC, aún teníamos hasta las 23:30pm para devolver el coche así que aprovechamos para ir en coche hasta el Brooklyn Bridge, ver un poco la parte de Brooklyn y ver el Flatiron antes de decirle adiós al Mustang negro.


Vuelta al hotel en metro y a dormir. Al día siguiente tocaba devolver el GPS (no lo podíamos dejar en el coche sino que teníamos que devolverlo en persona en horas de oficina), ver un poco más de la ciudad y ponerse a esperar en Times Square a que bajase la bola que indicaría el inicio del año 2010.

Ya se empezaba a acabar el año 2009... Recordaré los últimos días del año 2009 como los días en los que tuve entre mis manos un Mustang negro... sé que soy pesado con lo del coche, pero es que un sueño cumplido hay que contarlo tantas veces como sea posible.

lunes, 28 de diciembre de 2009

2nd Time in NYC I



Al final llegué a NYC a la hora que estaba prevista. Un viaje de lo más tranquilo que me pasé durmiendo la gran mayoría del tiempo. El avión tenía la opción de ver películas (previo pago), de conectarse a la WIFI (previo pago), ver algunos canales de TV, jugar a algunos juegos, escuchar algún CD, escuchar la radio, ver trailers de películas... pero estaba demasiado cansado por haberme levantado a las 6:00am y preferí dormirme mientras escuchaba un CD de Green Day que aún no había escuchado.

La llegada a NYC me dio la misma sensación que la primera vez: MIEDO. Pero no miedo a que me robasen o a que me pasase algo feo, no, me entró el miedo de saber que volvía a estar en una ciudad monstruosa y que tenía que moverme a través de ella... lo cierto es que moverse por Manhattan es muy fácil, salvo algunas equivocaciones al tomar un metro express en vez de uno local y que te acaba dejando 10 paradas más allá del sitio en el que te querías bajar (ya me pasó un par de veces en mi primera visita y me ha vuelto a pasar ahora). A parte de eso, hay alguna que otra vez en que no aparece la entrada al metro que quieres tomar y tienes que preguntar a algún neoyorquino. Y es que parecerá mentira, pero en NYC el metro casi no está anunciado hasta que estás justo delante de la entrada.



Como la vez anterior el miedo se acaba pasando una vez que estoy en el hotel y que ya empiezo a hacer planes de a dónde ir.

Para ir desde el aeropuerto JFK hasta el hotel (en la West 71st Street) tuve que tomar el Airtrain hasta la estación de Jamaica (en Queens) y desde allí tomar varios metros para llegar hasta el hotel. En total, 3 horas desde mi llegada al aeropuerto (motivados en parte por la media hora que perdí al tomar un metro “express” que me dejó a unas 10 paradas de mi destino, por supuesto tuve que volver a pillar el mismo metro en el sentido contrario y volver a la parada original para tomar el metro “local” que realmente tenía que haber pillado).



Al llegar al hotel estaba ya tan cansado de tanto viaje que lo único que me apeteció tomar para celebrar la Nochebuena fue un trozo de pizza que compré en uno de los pocos locales que estaban abiertos ese día y a esa hora.

Después de cenar fui a comprar algunas cosas para desayunar durante los siguientes días, porque en el hotel no estaba incluido el desayuno y resultó haber una nevera en donde mantener la leche y las cervezas frías.

Por cierto, así como en mi primera visita a NYC el hotel que escogí era totalmente espectacular, en esta visita, por el mismo precio, no pude encontrar más que un hotelucho más alejado del centro de Manhattan, con el baño fuera de la habitación y sin ningún tipo de servicio a parte del de limpieza de la habitación. Manhattan parece que se pone más caro en las Navidades... Qué se le va a hacer, si quieres ver NYC en Navidades lo que hay que hacer es pagar... así son las cosas.



Al día siguiente, sábado, quedé con Inés y con su madre. Para los que no conozcáis mi vida fuera del blog, Inés es la chica que cuida mi madre desde que nació, ahora ya tiene 16 años y este curso escolar le concedieron venir a estudiar a Vermont. Como una de las condiciones del programa en el que vino es que no se podía volver a España hasta que acabase el curso, decidió venir la madre a visitarla en Navidad.

Ese día (el día de Navidad) decidimos ir a ver un musical de Broadway, así que nos pusimos a la cola que hay en Times Square para comprar a precio muy reducido las entradas que no se han vendido a lo largo del día. A las dos y cuarto nos pusimos a la cola, a las tres abrían las taquillas y a las 3:30 compramos nuestras entradas para el musical Chicago con un 40% de descuento.



Nos fuimos a comer a una BBQ de Times Square y después fuimos a dar una vuelta por la 5th Avenue para ver las luces y los escaparates de las tiendas que, sorprendentemente, estaban cerradas. Cuando ya estábamos volviendo a Broadway para ver el musical, empezó a llover. Y ya no pararía hasta el domingo por la mañana.



El musical estuvo francamente bien. Fue un poco caro ($79 después del 40% de descuento) pero realmente mereció la pena todo el dinero que pagamos.

Después del musical nos fuimos a descansar al hotel y decidimos que podíamos quedar al día siguiente para seguir viendo NYC.



Al día siguiente fue totalmente imposible ver nada porque estuvo lloviendo sin parar todo el día, así que después de ver algunos ordenadores y comprar unos adaptadores de corriente decidimos meternos en un cine para ver una película (Sherlock Holmes, que la habían estrenado el día anterior)

El cine fue algo caro, $12.5 por cabeza, pero la impresión de ver un edificio entero dedicado a salas de cine y la comodidad de las butacas merecían la inversión hecha en las entradas.


Al día siguiente, lunes, decidí ir a la casa de alquiler de coches para asegurarme que la reserva del coche que había hecho el día anterior para martes y miércoles estaba en orden. Hice muy bien ir porque resultó que había alquilado el coche para el lunes y el martes sin darme cuenta (nota mental, que ya me la sé pero se me olvida siempre: la semana en USA empieza el domingo, por lo tanto el segundo día de la semana es el lunes y no el martes). Alquilé el coche, pagué la fianza y quedé con Inés y Mercedes que querían ir en Ferry hasta Liberty Island para ver de cerca la Estatua de la Libertad.



Después de estar haciendo cola durante una hora se agotaron las entradas para el ferry ese día y decidimos hacer otros planes. Les propuse tomar el Ferry a Staten Island para ver el Skyline y la Estatua de la Libertad aunque sólo fuese desde un poco más cerca. Así lo hicimos y al regreso a Manhattan nos tocó la puesta de sol con lo que el Skyline se volvió de un color rojizo precioso... Acertamos, por casualidad, con la hora justa para ver “otro” Skyline.

Después del Ferry nos fuimos a ver el Ground Zero (Zona Cero) y el gran boquete que está allí abierto (desde que yo había estado allí, en julio, ya se notaba que habían avanzado bastante), nos paseamos por Wall Street y nos fuimos a comer algo.



Justo después de comer me tocó salir pitando hacia el JFK. Llegaba Álvaro a las 8:05pm y aún tenía una buena tirada hasta allí. El avión llegó con una hora de retraso y se demoró otra horita más en pasar la Aduana porque, parece ser, había una gran cantidad de personas y estaban aún con la paranoia del tarado que quiso explotar una bomba en un avión el día anterior.



Cuando llegamos al hotel ya eran las doce y pico y sólo nos quedó fuerzas para tomarnos unas cervecitas en la habitación y echarnos a dormir para estar frescos al día siguiente.


Al día siguiente nos dimos un paseo por Central Park para cruzarlo e ir al Met, allí estuvimos viendo un montón de cosas de arte de esas que le gustan a Álvaro ;) y después quedamos con Inés y Mercedes para ir a ver un poco más de Central Park, visitar la 5th Avenue, el árbol y la pista de patinaje del Rockefeller Center, ver el Chrysler Building y visitar por dentro Grand Central Station.


Después de ver Grand Central ya aprovechamos el metro para ir a quedar con Salvatore, la persona que me enseñó a dar mis primeros pasos por Manhattan. ¡Qué alegría volver a quedar con amigos del pasado! Pasamos un buen rato con él contando historias acerca de lo que nos había pasado en todo el tiempo en el que no nos habíamos visto (aunque sí estuvimos en contacto vía mail) y nos enseñó la zona de Greenwich Village. Sólo puedo volver a decir otra vez: GRAZIE SALVATORE!



Después de haber estado hablando con Sal nos fuimos a cenar a un italiano que nos había recomendado y luego nos fuimos a dormir al hotel, al día siguiente (martes) nos tocaba un día un poco intenso... ¡El coche de alquiler y Washington nos esperaba!

jueves, 24 de diciembre de 2009

Denver - Salida a NYC



Mientras íbamos llegando a Denver decidimos acercarnos al aeropuerto para tener claro dónde quedaba y cómo tenía que hacer Rosario para venir a buscarme el día de mi regreso, allá por el día 2 de enero de 2010 a las 10:40 de la noche.

Después de pasar por las máquinas que controlaban el peaje de la autopista E-470 llegamos a Peña Blvd. y desde allí llegamos directamente al monstruoso aeropuerto DIA (Denver Internat’l Airport). Lo cierto es que los aeropuertos nunca han tenido mucho que ver, simplemente sirven para que entren y salgan aviones, pero para mí tienen un encanto especial, no sabría decir por qué, pero es así.

Cerca del aeropuerto hay un montón de hoteles y moteles así que decidimos chequear cual ofrecía el mejor precio y acabamos reservando habitación en el Sleep Inn para las tres noches que yo me iba a quedar en Denver.



Después de reservar el hotel decidimos ir a comer a un japonés. Buscamos uno en internet y acabamos yendo al centro de Denver, en concreto a la 15th Street con la I-25. Comimos francamente bien, aunque ¿en qué japonés habéis estado en el que no se coma bien?


Tras la cena fuimos a callejear un poco por el Downtown de Denver, que por la noche se ve totalmente impresionante con todas las luces de los grandes edificios encendidas (nunca pensé que Denver tuviese un “skyline” tan bonito). Y tras un pequeño paseo por Larimer Street, una calle con luces de Navidad de lado a lado de la calle, nos regresamos al hotel a recuperar fuerzas para el día siguiente.


La ruta del día siguiente nos llevó, por casualidad, hasta el Invesco Stadium de los Broncos de Denver (fútbol americano). Estuvimos dando unas vueltas alrededor de él (nos enteramos que el 12 de junio va a tocar en ese estadio U2) y finalmente decidimos pagar por el tour que nos llevaría por dentro del estadio, era la primera vez que tanto Rosario como yo teníamos la oportunidad de entrar en un estadio de fútbol americano y ¿por qué habríamos de dejar pasar la oportunidad?


En cuanto se acabó el tour nos fuimos directos hacia la 16th Street para disfrutar de esta calle semipeatonal que es un gran mall lineal. Como teníamos hambre decidimos hacer una paradita en el restaurante Bubba Gump (¿os suena?) y comer algunas gambas.


Seguimos con nuestro paseo y éste nos llevó a entrar al Sheraton (curiosidad por ver un gran hotel por dentro) y a disfrutar de la maravillosa vista que nos ofrecía el edificio del Town Hall con sus luces de Navidad mientras enfrente de él observaba en silencio el edificio del Capitolio de Colorado.


Justo cuando decidimos regresar al coche para volver al hotel (a eso de las ocho de la noche) empezó a nevar y ya no pararía hasta después de yo irme de Denver con dirección a NYC.



Al día siguiente Rosario se fue a las 12 de la mañana a Santa Fe con la precaución que una nevada de estas características exige en la carretera (finalmente llegó sin mayores complicaciones salvo al llegar a Las Vegas de New Mexico donde no pudo pasar de las 35 millas por hora). Yo me quedé en el hotel viendo la nevada que estaba cayendo y considerando que aún me quedaba algo de catarro decidí quedarme en el hotel conectado a internet mientras estaba calentito. El único momento en que salí del edificio fue para disfrutar de la capa de nieve que ya había cubierto con una buena capa todos los alrededores del hotel. Momento en que aproveché para hacer mi segundo ángel en pocos días ;)



Mañana saldré, si no cancelan el vuelo, hacia NYC. Veremos cuánto tiempo me tengo que quedar esperando en el aeropuerto.

Por cierto, el hotel en el que me he quedado tiene un servicio gratuito de shuttles que me llevarán al aeropuerto a las 7:45am, es una suerte que el hotel ofrezca este tipo de servicio porque así me ahorro el taxi, que no sé por qué pero estoy convencido que es una pasta lo que cobra.



Mañana veremos qué ocurre.

lunes, 21 de diciembre de 2009

1ª Etapa: Santa Fe (NM) - Colorado Springs (CO)



El miércoles fue el último día con alumnos, el jueves y el viernes fueron días destinados a las Parent Conferences.

Al igual que la anterior conferencia decidimos hacer dos turnos de profesores para tener el instituto abierto durante más horas.

El jueves me tocó ir desde las siete de la mañana hasta las 3 de la tarde: poco trabajo, muchos mensajes escritos por mail para felicitar las fiestas y muchas búsquedas en internet de cosas que se pueden hacer en NYC para fin de año, pueblos que visitar en el camino de Santa Fe a Denver...

El viernes escogí ir a trabajar desde las 12 de la mañana hasta las 8 de la noche: si el día anterior hubo poco trabajo, el viernes fue de trabajo nulo. Justo a las doce fuimos a la comida de despedida del director y después lo único que hice fue recoger un poco la clase y ver una película on-line.



La mañana del sábado la dediqué a recoger la casa y hacer la maleta para las dos semanas de viaje que tenía por delante.



Primera etapa del viaje: Sábado 19 a Jueves 24 de diciembre. Compañera de viaje: Rosario. Road Trip from Santa Fe to Denver.

El sábado a las dos de la tarde (tras comer en el Clafouttis, restaurante francés que está al lado de mi casa) iniciamos nuestro viaje hacia Denver. Nuestro primer destino fue Pagosa Springs - Colorado. Llegamos al pueblo cuando ya había anochecido, eran cerca de las seis de la tarde y el termómetro marcaba por debajo de los 32ºF (0ºC). El pueblo en sí da la sensación de que acaba de ser bombardeado y no lo digo porque las casas estén en estado ruinoso (más bien todo lo contrario) si no porque debido a las termas (springs en inglés) que hay en el pueblo, hay un montón de columnas de humo. Lo que más me sorprendió al llegar fue observar que, junto con el vapor de agua, había miles de luces de Navidad iluminando prácticamente todas las casas del pueblo.


Fuimos a buscar un motel (al final resultó que la calefacción no le funcionaba bien y tuvimos que dormir con ropa y todo) y acto seguido salimos escopeteados para disfrutar de una de las atracciones del pueblo: bañarse en las termas de agua caliente (96ºF - 102ºF - 105ºF) mientras alrededor de ti las temperaturas están por debajo de los 32ºF... La verdad es que impresiona ver la nieve justo al lado de la piscina y ver cómo el pelo se te queda congelado al ir de una piscina a otra.



Después de los baños (cerca de dos horas) nos fuimos a comer comida mexicana al Tequila’s y después a tomar una cerveza al típico bar americano con cabezas de ciervo en las paredes, billares y gramola.
Al día siguiente visita rápida al pueblo para ver la nieve de los tejados, los carámbanos de hielo y nos ponemos en marcha hacia nuestro siguiente destino: Sand Dunes.


Empezamos a subir, por primera vez en mi vida, las Rocky Mountains con el coche. Impresionantes: me dejó maravillado todos los paisajes nevados de las montañas, la tremenda carretera que habían hecho cortando las montañas, me sorprendieron las capas de nieve que las máquinas quitanieves habían apartado hasta los arcenes de la carretera, clavé mi primer ángel en la nieve virgen de un mirador...


De los paisajes totalmente nevados de las montañas pasamos a un paisaje totalmente plano en nuestro camino hacia Sand Dunes y en donde la nieve ya había desaparecido casi totalmente. En serio, qué contraste, estar en montañas de unos 15,000 pies de altura y acto seguido pasar a ver una planicie de unas cien millas de largo...


Después de una hora en coche empezamos a divisar las dunas al pie de otra de las cadenas montañosas de las Rocky Mountains. ¿Quién demonios ha traído toda esta arena para este sitio? Y lo más curioso, ¿para qué? :)



Visita a las dunas (son $3 durante toda la semana pero el domingo es gratis), nos dejamos sorprender con el contraste del paisaje desértico de las dunas en comparación con el verde que se puede observar a una milla (si no menos) de allí, hice un poco de “sandboarding” (pero sin tabla :P) y nos pusimos en camino hacia nuestro siguiente destino: Pueblo (un pueblo que ya quedaba en la I-25, que es la interestatal que une Santa Fe y Denver).


En Pueblo había pocas cosas que ver, dimos un paseo rápido por el Downtown, donde había un río preparado para el disfrute de los “pueblerinos”, anduvimos callejeando por las calles y parques del centro y del extrarradio y pusimos rumbo hacia la siguiente ciudad: Colorado Springs.


En Colorado Springs aprovechamos para ver un poco la ciudad así por encima antes de irnos a cenar. Por cierto Rosario, ¿te das cuenta que hoy nos hemos olvidado de comer? Bueno, pues con el dinero que nos hemos ahorrado de la comida ahora podemos darnos una cena un poco mejor... Qué bien nos salió. Entramos en una Steakhouse, The Favourite se llamaba, nada más entrar ya se veía en el ambiente que nos iba a salir cara la cena pero... mereció la pena: Rosario se pidió un pastel de cangrejo, yo me pedí un Filet Mignon y de postre un Tiramisú para compartir. Hmmmmm... ninguno de los dos le lloramos ni un solo céntimo de lo que nos cobraron.


Después de la gran cena tocaba ir a buscar motel, encontramos uno bien barato y en el centro de Colo Sprgs y allí fue donde nos quedamos.


Al día siguiente tocó visitar el downtown, sacar unas cuantas fotos desde el coche e ir a visitar “Garden of the Gods”. Un sitio realmente espectacular en el que se puede pasear tranquilamente entre un montón formaciones rocosas de color rojizo que le dan el nombre de Colorado al pueblo... Lo mejor es dejar que las fotos hablen del lugar...



Al acabar la visita nos fuimos directamente hacia el siguiente pueblo: Castle Rock, ahí no entramos en el pueblo sino que nos fuimos directamente a los Outlets que hay en la propia I-25. Allí aproveché para comprarme otra chamarra para el frío y un jersey... Al acabar, serían sobre las 5 de la tarde, nos pusimos en camino hacia el DIA (Denver International Airport) para buscar un motel cerca de allí.



Antes de llegar al aeropuerto nos encontramos una nueva situación: tuvimos que pagar por utilizar la autopista por la que acabábamos de ir (la primera vez que tengo que pagar por una autopista en USA, y para Rosario, que ya lleva aquí 5 años, también) y lo más curioso de todo, había un cartel que decía que ya nos mandarían la factura a casa porque no había nadie para cobrar, simplemente había unas cámaras que registraban las placas de la matrícula y ellos se encargan de mandar la factura a casa.

Como véis, cosas raras, las que queráis.

¡Bienvenidos al país que nunca deja de sorprender!