lunes, 28 de diciembre de 2009
2nd Time in NYC I
Al final llegué a NYC a la hora que estaba prevista. Un viaje de lo más tranquilo que me pasé durmiendo la gran mayoría del tiempo. El avión tenía la opción de ver películas (previo pago), de conectarse a la WIFI (previo pago), ver algunos canales de TV, jugar a algunos juegos, escuchar algún CD, escuchar la radio, ver trailers de películas... pero estaba demasiado cansado por haberme levantado a las 6:00am y preferí dormirme mientras escuchaba un CD de Green Day que aún no había escuchado.
La llegada a NYC me dio la misma sensación que la primera vez: MIEDO. Pero no miedo a que me robasen o a que me pasase algo feo, no, me entró el miedo de saber que volvía a estar en una ciudad monstruosa y que tenía que moverme a través de ella... lo cierto es que moverse por Manhattan es muy fácil, salvo algunas equivocaciones al tomar un metro express en vez de uno local y que te acaba dejando 10 paradas más allá del sitio en el que te querías bajar (ya me pasó un par de veces en mi primera visita y me ha vuelto a pasar ahora). A parte de eso, hay alguna que otra vez en que no aparece la entrada al metro que quieres tomar y tienes que preguntar a algún neoyorquino. Y es que parecerá mentira, pero en NYC el metro casi no está anunciado hasta que estás justo delante de la entrada.
Como la vez anterior el miedo se acaba pasando una vez que estoy en el hotel y que ya empiezo a hacer planes de a dónde ir.
Para ir desde el aeropuerto JFK hasta el hotel (en la West 71st Street) tuve que tomar el Airtrain hasta la estación de Jamaica (en Queens) y desde allí tomar varios metros para llegar hasta el hotel. En total, 3 horas desde mi llegada al aeropuerto (motivados en parte por la media hora que perdí al tomar un metro “express” que me dejó a unas 10 paradas de mi destino, por supuesto tuve que volver a pillar el mismo metro en el sentido contrario y volver a la parada original para tomar el metro “local” que realmente tenía que haber pillado).
Al llegar al hotel estaba ya tan cansado de tanto viaje que lo único que me apeteció tomar para celebrar la Nochebuena fue un trozo de pizza que compré en uno de los pocos locales que estaban abiertos ese día y a esa hora.
Después de cenar fui a comprar algunas cosas para desayunar durante los siguientes días, porque en el hotel no estaba incluido el desayuno y resultó haber una nevera en donde mantener la leche y las cervezas frías.
Por cierto, así como en mi primera visita a NYC el hotel que escogí era totalmente espectacular, en esta visita, por el mismo precio, no pude encontrar más que un hotelucho más alejado del centro de Manhattan, con el baño fuera de la habitación y sin ningún tipo de servicio a parte del de limpieza de la habitación. Manhattan parece que se pone más caro en las Navidades... Qué se le va a hacer, si quieres ver NYC en Navidades lo que hay que hacer es pagar... así son las cosas.
Al día siguiente, sábado, quedé con Inés y con su madre. Para los que no conozcáis mi vida fuera del blog, Inés es la chica que cuida mi madre desde que nació, ahora ya tiene 16 años y este curso escolar le concedieron venir a estudiar a Vermont. Como una de las condiciones del programa en el que vino es que no se podía volver a España hasta que acabase el curso, decidió venir la madre a visitarla en Navidad.
Ese día (el día de Navidad) decidimos ir a ver un musical de Broadway, así que nos pusimos a la cola que hay en Times Square para comprar a precio muy reducido las entradas que no se han vendido a lo largo del día. A las dos y cuarto nos pusimos a la cola, a las tres abrían las taquillas y a las 3:30 compramos nuestras entradas para el musical Chicago con un 40% de descuento.
Nos fuimos a comer a una BBQ de Times Square y después fuimos a dar una vuelta por la 5th Avenue para ver las luces y los escaparates de las tiendas que, sorprendentemente, estaban cerradas. Cuando ya estábamos volviendo a Broadway para ver el musical, empezó a llover. Y ya no pararía hasta el domingo por la mañana.
El musical estuvo francamente bien. Fue un poco caro ($79 después del 40% de descuento) pero realmente mereció la pena todo el dinero que pagamos.
Después del musical nos fuimos a descansar al hotel y decidimos que podíamos quedar al día siguiente para seguir viendo NYC.
Al día siguiente fue totalmente imposible ver nada porque estuvo lloviendo sin parar todo el día, así que después de ver algunos ordenadores y comprar unos adaptadores de corriente decidimos meternos en un cine para ver una película (Sherlock Holmes, que la habían estrenado el día anterior)
El cine fue algo caro, $12.5 por cabeza, pero la impresión de ver un edificio entero dedicado a salas de cine y la comodidad de las butacas merecían la inversión hecha en las entradas.
Al día siguiente, lunes, decidí ir a la casa de alquiler de coches para asegurarme que la reserva del coche que había hecho el día anterior para martes y miércoles estaba en orden. Hice muy bien ir porque resultó que había alquilado el coche para el lunes y el martes sin darme cuenta (nota mental, que ya me la sé pero se me olvida siempre: la semana en USA empieza el domingo, por lo tanto el segundo día de la semana es el lunes y no el martes). Alquilé el coche, pagué la fianza y quedé con Inés y Mercedes que querían ir en Ferry hasta Liberty Island para ver de cerca la Estatua de la Libertad.
Después de estar haciendo cola durante una hora se agotaron las entradas para el ferry ese día y decidimos hacer otros planes. Les propuse tomar el Ferry a Staten Island para ver el Skyline y la Estatua de la Libertad aunque sólo fuese desde un poco más cerca. Así lo hicimos y al regreso a Manhattan nos tocó la puesta de sol con lo que el Skyline se volvió de un color rojizo precioso... Acertamos, por casualidad, con la hora justa para ver “otro” Skyline.
Después del Ferry nos fuimos a ver el Ground Zero (Zona Cero) y el gran boquete que está allí abierto (desde que yo había estado allí, en julio, ya se notaba que habían avanzado bastante), nos paseamos por Wall Street y nos fuimos a comer algo.
Justo después de comer me tocó salir pitando hacia el JFK. Llegaba Álvaro a las 8:05pm y aún tenía una buena tirada hasta allí. El avión llegó con una hora de retraso y se demoró otra horita más en pasar la Aduana porque, parece ser, había una gran cantidad de personas y estaban aún con la paranoia del tarado que quiso explotar una bomba en un avión el día anterior.
Cuando llegamos al hotel ya eran las doce y pico y sólo nos quedó fuerzas para tomarnos unas cervecitas en la habitación y echarnos a dormir para estar frescos al día siguiente.
Al día siguiente nos dimos un paseo por Central Park para cruzarlo e ir al Met, allí estuvimos viendo un montón de cosas de arte de esas que le gustan a Álvaro ;) y después quedamos con Inés y Mercedes para ir a ver un poco más de Central Park, visitar la 5th Avenue, el árbol y la pista de patinaje del Rockefeller Center, ver el Chrysler Building y visitar por dentro Grand Central Station.
Después de ver Grand Central ya aprovechamos el metro para ir a quedar con Salvatore, la persona que me enseñó a dar mis primeros pasos por Manhattan. ¡Qué alegría volver a quedar con amigos del pasado! Pasamos un buen rato con él contando historias acerca de lo que nos había pasado en todo el tiempo en el que no nos habíamos visto (aunque sí estuvimos en contacto vía mail) y nos enseñó la zona de Greenwich Village. Sólo puedo volver a decir otra vez: GRAZIE SALVATORE!
Después de haber estado hablando con Sal nos fuimos a cenar a un italiano que nos había recomendado y luego nos fuimos a dormir al hotel, al día siguiente (martes) nos tocaba un día un poco intenso... ¡El coche de alquiler y Washington nos esperaba!
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Cosas de arte que me gustan a mí??????, PUES CLARO QUE SÍ!!, pero vamos, que a tí también te gustó... DÓNDE HAS PODIDO VER UN TEMPLO COMO EL DE DEBOD DE MADRID DENTRO DE UN MUSEO???
ResponderEliminarAbrazos miles!!!
Eso es cierto, esas cosas sólo se ven en los States :)
ResponderEliminarLo cierto es que tener un guía gratis dentro del Met fue todo un lujo ;)