Ya que había tomado la costumbre de ir a Waikiki por la mañana antes de empezar el viaje diario, ¿por qué iba a cambiar de costumbre?
Después de la playa agarré el coche con destino al Pali Lookout, la noche anterior había visto un cartel que ponía Veterans Cemitery y como estas cosas las suelen poner en lugares con buenas vistas decidí acercarme antes de ir al mirador.
Estuve dando una vuelta por allí, viendo las vistas que había de Honolulu y viendo lo bien cuidado que tienen los cementerios en este país, sobre todo si se trata de cementerios de veteranos de guerra.
Me fui al Pali Lookout, pagué los $3 de parking y saqué unas fotos de la panorámica que se veía desde allí. Cuando ya me iba a regresar vi un caminito de tierra que subía hacia uno de los picos, como llevaba desde que había llegado a Oahu con ganas de subir a una montaña, no lo dudé y empecé a subir una cuesta bastante empinada mientras me agarraba a los árboles y a las plantas que iba encontrando en mi camino para evitar caerme de espaldas...
Durante todo el camino de subida fui pensando: Subir es “relativamente” fácil... a ver cómo ostias hago para bajar sin caerme...
Al llegar arriba me tuve que quitar el sombrero porque hacía un aire de la leche. Saqué unas fotos y regresé por donde había subido. Sorprendentemente logré llegar abajo sin caerme, eso sí, más de un resbalón sí que me di, pero lo importante es que llegué abajo sin caerme, con el sombrero en su sitio y totalmente mojado de sudor :)
Tocaba seguir con el camino alrededor de la isla (el mismo que había seguido un par de días antes) y pasar por delante del Centro de Cultura Polinesia, aún podía entrar con la misma entrada pero se estaba haciendo un poco tarde y quería llegar a la playa de Mokuleia (al noroeste de la isla) a una hora prudente.
Esos eran los planes iniciales, pero se cruzó en mi camino el Valle de Waimea, un sitio del que había leído en internet y no pude evitar pararme para disfrutar del lugar... Y qué bien hice, un valle de lo más precioso, plantas de un montón de sitios, unas cascadas al final de la ruta, un paseo de lo más agradable y un chingo de pájaros que ver... Totalmente recomendable, $13 muy bien gastados... Por no hablar de la playa que hay al lado, en la cual no llegué a estar, y que tiene todas las papeletas para salir en las guías de playas paradisíacas.
Finalmente se me hizo tarde y no pude llegar a la playa de Mokuleia, no me importó, la naturaleza me había enseñado toda su hermosura en el Valle de Waimea...
Pasé de nuevo a través de la plantación de Dole y llegué a Honolulu a tiempo para darme un baño antes de que desapareciese totalmente el sol.
Pensé que el día se había acabado y que ya solo me quedaba ir a disfrutar de una buena comida japonesa, decidí darme ese pequeño capricho antes de irme de Hawai’i, cuando escuché fuegos artificiales en la playa de Waikiki.
Así que agarré mi cámara y estuve viendo como dos barcos anclados en medio del mar lanzaban fuegos artificiales al cielo para que se iluminase el agua del Pacífico y de paso se iluminase también la playa y los edificios de Waikiki... parecía como si Honolulu quisiese poner un toque de luz a mi última noche en Hawai’i...
Sólo me quedaba ir a comer al japonés: comida sublime a base de Sopa de Miso, sushi de tempura de gambas y no sé qué otro pescado y sashimi de un pescado blanco del día que estaba delicioso... comer comida japonesa es uno de esos placeres que disfruto ya sea en Santa Fe, en A Coruña, en Santiago de Compostela, en Toledo, en Hawai’i, en Denver, en Madrid, en New York o en casa.
Mi última noche en Hawai’i acababa de empezar, al día siguiente sólo me iba a dar tiempo a ir a la playa y poco más... aunque alguna que otra sorpresa sí faltaba por aparecer ¡y vaya sorpresa!
viernes, 4 de junio de 2010
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