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viernes, 30 de abril de 2010
Acampando en Río Chama con TECHS II
El jueves nos levantamos a la hora de siempre, un par de maestros se habían ido a buscar agua a Abiquiú por la mañana temprano y ya únicamente nos quedaba esperar por ellos para poder dar comienzo a las clases de la mañana: la de geología y la de matemáticas.
Ese día desayunamos pancakes, la gran mayoría de los alumnos se pusieron muy contentos, lo cierto es que estaban bien ricos... pancakes con bacon frito y huevos revueltos. El aceite del bacon ayudó a hacer posteriormente los pancakes, fue un invento que resultó bien interesante :)
Cerca de las once nos pusimos en marcha hacia una localización cercana para pedir una montaña bien alta y en la que se distinguían varias capas. El grupo de matemáticas se paró al lado de la carretera y, utilizando el teorema de Pitágoras y un transportador de ángulos (protactor en inglés), medimos la distancia que nos separaba de la montaña y posteriormente medimos la altura de cada una de las claramente diferenciadas capas de la montaña.
Durante todo el tiempo sopló un fuerte y frío aire, justo cuando estábamos a punto de dar por finalizada la fase de medición empezó a llover... Acabamos como pudimos la última medición y nos regresamos al campamento bajo la lluvia y el frío que nos hacían apurar el paso. Una vez en el campamento estuvimos trabajando, ya debajo de las carpas, en los cálculos que nos quedaban por hacer. Poco a poco la lluvia empezó a dejar paso a la nieve y ya por la tarde, después de comernos los sandwiches que nos habíamos hecho en el desayuno, la nieve empezó a hacerse una asidua compañera que no nos abandonaría hasta el día siguiente por la mañana.
Por la tarde, debido a la nieve, tuvimos que cancelar las clases de arte y en su vez decidimos hacer un hikking a lo largo del río y bajo la nieve que seguía cayendo sobre nosotros. Se apuntaron bastantes estudiantes al hikking y, cuando regresaron (yo a ese hikking no fui), nos dijeron que había sido bien bonito caminar con la nieve y la lluvia cayendo por encima de ellos... Vamos, que con el tiempo a favor o en contra, la acampada fue aprovechada al máximo.
Por la noche estaba demasiado cansado y decidí ir a acostarme bastante pronto, eso sí, con todas las capas de ropa que podía ponerme porque fuera la noche estaba bien fría y seguía nevando de vez en cuando.
A la mañana siguiente nos levantamos a las seis de la mañana, nos quedaba una mañana bastante dura de mover todas las cosas y a todos los alumnos hasta la carretera para que a las diez viniese a recogernos el bus escolar. La sorpresa apareció cuando abrí la cremallera de la tienda y me cayó a los pies un montón de nieve y es que estaban todas las tiendas y los alrededores nevados... no es que fuese una gran nevada, pero saliendo de las tiendas de campaña, impresiona bastante. Por no hablar del frío que pasamos hasta que logramos encender el fuego y calentar un poco de agua caliente para prepararnos café o chocolate caliente.
Finalmente a las ocho de la mañana empezamos a hacer los viajes con los coches cargados de alumnos y de equipaje... A las diez de la mañana, y tras dos viajes con los tres coches que teníamos (había venido el director con su troca a ayudarnos ese viernes por la mañana), teníamos todo en el borde de la carretera principal (a unas nueve millas del lugar de la acampada), sólo nos quedaba esperar a que viniese a por nosotros el autobús. Llegó 45 minutos después de lo planeado y ya nos había dado tiempo a preparar una pequeña hoguera para calentarnos porque, aunque el sol brillaba, seguía haciendo un frío de la leche... De hecho por la mañana el coche marcaba unos 32ºF y a las diez de la mañana el termómetro no subía de 45ºF.
El viaje de regreso a Santa Fe se hizo sin mayores problemas, a las 12 de la mañana llegamos de vuelta al instituto y, cerca de la una, ya estábamos todos yéndonos a nuestras casas para darnos una ducha y recuperar el sueño de toda la semana.
En resumen, una gran acampada, los chicos se comportaron de maravilla, no hubo ni un solo problema y todos aprendimos un montón y vimos un montón de cosas... Para repetir todas las veces que haga falta.
Acampando en Río Chama con TECHS
Una de las cosas buenas que tiene TECHS es que, al menos dos veces al año, tiene que haber una acampada con los chicos en medio de la naturaleza...
El invierno estaba empezando a desaparecer de Santa Fe y la primavera estaba empezando a abrirse las puertas en esta ciudad, buen momento para aprovechar e ir con los alumnos a su segunda acampada del año. El sitio escogido fue un “camp site” cerca del pueblo de Abiquiú (a unas 70 millas al noroeste de Santa Fe): un lugar al lado del Río Chama que es absolutamente precioso... naturaleza verde, perdido en medio de la nada (tan sólo había un monasterio de monjes de clausura a unas tres millas del lugar de la acampada), con montañas tricolor (rojo, amarillo y blanco) por todas partes y con unos caminos perfectos para hacer excursiones inolvidables... En definitiva, un lugar idílico en el que decidimos pasar cinco días de auténtico disfrute con los alumnos... Al igual que dije en la primera acampada (en Galisteo, en medio del desierto): una experiencia a repetir tantas veces como sea necesario.
Pues bien, el lunes llegué al instituto a las 8:30am con los asientos de mi Suburban plegados por si necesitásemos llevar mi camioneta para transportar el material que no cupiese en el autobús y en la Chevrolet Tahoe que se había comprado recientemente el instituto (¿no teníamos el presupuesto escolar muy ajustado? Realmente no sé de dónde vino este cambio de mentalidad de gastos por todas partes pero mejor es no preguntar mucho...). Efectivamente, con todas las cosas que había que llevar y con los 25 alumnos que al final fueron a la acampada, el autobús y la Tahoe se quedaron escasas para tanto “staff”, es más, no sólo necesitamos mi Suburban sino también la troca del director...
A las 9:45am ya estábamos arrancando hacia la primera parada del día: Ghost Ranch, un lugar en el que nos enseñaron fósiles de dinosaurios y las técnicas que utilizaban para datar y estudiar dichos fósiles. La visita a este rancho entraba dentro de los planes educativos del campamento pues una de las finalidades del campamento era que los estudiantes pudiesen pintar, guiados de la mano de una artista que contrató el instituto para darles clases a los alumnos los viernes, los paisajes (landscapes) de la zona, y este había sido el lugar escogido por Georgia O’Keeffe, la artista más importante de Santa Fe de principios del siglo XX, para realizar sus pinturas.
Al acabar la visita seguimos hacia el lugar de la acampada y al poco de entrar en el camino de tierra que daba acceso al campamento (teníamos que ir por ese camino unas 8 millas), la conductora del autobús se plantó y dijo que ese camino no era seguro para meter el bus y que ella no seguía, que nos dejaba a los niños en el borde de la carretera y que ella se volvía a Santa Fe :O... Intentamos convencerla de que el camino no era tan peligroso (realmente no lo era), pero no hubo manera de convencerla, así que ahí nos ves con los tres coches que llevábamos cargando todo las cosas del campamento y a todos los chavales y haciendo viajes del campamento al lugar donde habían dejado a los chicos para poder empezar la verdadera acampada. Después de alrededor de dos horas (el recorrido de ida y vuelta en coche llevaba una hora sin contar el tiempo de cargar y descargar las cosas) por fin teníamos todo y a todos en el campamento... ya podíamos empezar a acampar y a disfrutar de la naturaleza que nos rodeaba.
El lunes se quedó en un día dedicado únicamente a montar el campamento, hacer sandwiches para la comida, unos burritos para la cena, hacer una hoguera para tener una fuente de calor a la que acercarse por la noche y el resto del tiempo para dedicarse a conocer los alrededores del lugar... La noche del lunes, no sé por qué motivo, fue la más fría de todos los días del campamento, por la mañana nos levantamos todos con un frío de narices... menos mal que la hoguera que encendíamos todas las mañanas, el café caliente y el chocolate caliente ayudaban bastante a templar el cuerpo para comenzar el día.
Para el martes teníamos algunas actividades que realizar con los alumnos, así que después de levantarnos todos a las 7:30, de desayunar huevos con bacon y tortillas, de prepararnos los sandwiches para la comida y de lavar todas las cosas del desayuno nos fuimos a buscar un lugar en el que poder hacer el proyecto de matemáticas (medir las distintas capas de una montaña con un aparato llamado clinómetro) y realizar el proyecto de ciencias (estudiar la geología del lugar según las distintas capas que nos mostraban las montañas). Después de estas actividades nos fuimos a dar un pequeño paseo y nos pusimos a comer al lado del río, estaba un día estupendo y la comida se hizo de lo más agradable.
Por la tarde tocaba el taller de arte y me dediqué a ver cómo los niños pintaban sus paisajes y maravillarme con lo que trabajan cuando están al aire libre... hablan, se levantan, se van a dar un paseo, pero al final, hacen aquello que se les ha mandado, lo dicho, una experiencia a repetir. He de decir que en los dos talleres de la mañana los chavales también trabajaron bastante bien.
Por la noche, la misma rutina que el día anterior (y la misma de todos los días), a las siete o siete y media se cenaba y el resto del tiempo hasta las 10:30pm era free time para hacer lo que cada uno quisiese: jugar a las cartas, calentarse en la hoguera, hablar con los compañeros, estar en las tiendas de campaña o ir a dar una vuelta alrededor del camping. A las 10:30pm “lights off”, media hora más de gente vagando a lavarse los dientes, dejar la comida dentro de los coches (la posibilidad de que los osos nos viniesen a hacer una visita a la tienda de campaña por culpa de tener algo de comida dentro hacía que todos dejásemos la comida en lugares cerrados), charlas hasta las tantas en las tiendas de campaña... lo lógico en estos casos... Finalmente a las doce nos recogíamos el resto de maestros a nuestras tiendas después de estar hablando durante todo el rato. Las maestras, que dormían en el lado de las chicas, solían recogerse un poco antes.
El miércoles tuvimos una nueva tarea que hacer al levantarnos... Ir a por agua a Abiquiú, aprovechamos para llamar al director y ponerle al día de como iban las cosas por el campamento. En principio iba a venir al día siguiente pero nos dijo que la predicción meteorológica daba lluvias y nieve para la tarde y que prefería no venir.
Al llegar de vuelta al campamento decidimos dar el parte meteorológico y se decidió que se cambiarían las clases de arte para la mañana y por la tarde ya se harían las clases de matemáticas y de geología (siempre es más sencillo dar cualquiera de estas dos asignaturas aunque el tiempo no acompañe al 100% que no intentar pintar con mucho aire o con algo de lluvia).
El resto del día estuvo soleado y lo único que apareció por allí fue un aire bastante fuerte que nos hizo cancelar el resto de actividades educativas. En su vez decidimos hacer un hikking entre las montañas que resultó ser un gran acierto, una caminata de lo más agradable a lo largo del cauce de un río que estaba seco: montañas de colores a ambos lados, huellas de animales por todos lados, paredes lisas y un montón de cosas que aprender de manos de los profesores de ciencias que nos iban leyendo la historia del lugar a través de las piedras... Eso sí, hacía bastante aire y cuando llegamos al campamento teníamos una buena capa de arena y tierra en nuestra piel y en nuestro pelo pero, aún así, mereció la pena.
Cena a las siete y media y a la cama a las 10:30pm, habíamos llegado al ecuador de la acampada, tan solo quedaban dos días más...
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