Prepagué el taxi, siempre da más confianza saber que el taxista no te va a cobrar más que lo que ya has pagado, y nos fuimos a buscar el lugar donde se suponía estaba la casa de alquiler.
Pero... oh, sorpresa! Resulta que la empresa en la que había reservado el coche NO EXISTÍA. Vaya, menos mal que no había dado los datos de mi tarjeta en internet y que no me habían cobrado nada... Aún hoy no entiendo qué hice mal porque la empresa donde renté sí tiene otras sucursales en otras ciudades y es una empresa que, parece ser, es conocida. Bueno, el caso es que tuve que irme a otra empresa de alquiler de coche y alquilar un coche en el momento. Ningún problema porque en 15 minutos ya tenía todo solucionado y ya había rentado un GPS para que me llevase a El Tajín. Sólo una recomendación: Nunca rentéis un GPS en México! No funciona en ningún lado... por lo menos en el que yo alquilé, no acertaba ni una calle ni de casualidad, horrible. Me engañaron con lo del coche y tiré el dinero que me costó el GPS... preferiría haber enterrado ese dinero en vez de rentar el GPS, por lo menos me habría entretenido haciendo un agujero en el suelo :)
Tras estos breves contratiempos me puse en marcha sobre las 9 de la mañana, mi meta era llegar a El Tajín sobre las dos de la tarde, tiempo más que de sobra para ir con calma admirando el paisaje, parando en algún sitio puntual y retener en la memoria algún lugar en el que parar en mi regreso, al día siguiente, a Veracruz.
Llegué unos pocos minutos antes de las dos de la tarde a la Zona Arqueológica de El Tajín y allí me esperaba mi primera sorpresa: ver a los bailarines de El Tajín lanzándose desde lo alto de un póster. Allí me quedé embobado viendo el espectáculo hasta que se acabó y uno de los bailarines vino a pedir 20 pesos por el espectáculo... ni caro me pareció.
Después me tocó entrar en El Tajín y disfrutar de las pirámides, de los caminitos y de las indias vendiendo todo tipo de comida. Un lugar bien bonito y bien distinto a las pirámides de Teotihuacán. No diré ni más feo ni más bonito, simplemente, distinto. Lugares, ambos, que deben ser visitados para entender la grandeza de las civilizaciones prehispánicas. Os dejo una presentación para que os hagáis una idea.
El Tajín - Veracruz (México)
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Después de visitar el Tajín me regresé por el mismo camino hacia Veracruz y paré a visitar el pueblo de Papantla y finalmente llegué dormir a Nautla a un hotelito al lado de la playa y con pisicina. Mi idea era ir a bañarme a la playa pero ya estaba anocheciendo y no me apetecía tener que limpiarme las arenas después del baño así que decidí darme un baño en la piscina, exterior claro, en pleno mes de diciembre... otra experiencia que no creo poder repetir en diciembre en Santa Fe :)
Al día siguiente salí por la mañana con la intención de visitar tres lugares antes de montarme en el avión hacia Monterrey. En mi camino de regreso a Veracruz fui disfrutando con calma de todos los pueblos que se cruzaban en el camino y paré a ver un complejo arquitectónico que se llama Quiahuiztlán y que había visto el cartel en mi viaje hacia El Tajín.
Quiahuiztlán - Veracruz (México)
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Quiahuitztlán es un complejo arqueológico tolteca que es conocido por sus edificaciones funerarias y por estar en un enclave impresionante con vistas al mar y a los pies de un cerro montañoso que llama la atención cuando vas por la carretera.
Hasta donde yo sé, Quiahuiztlán no es un lugar tan conocido como puede ser El Tajín, probablemente porque no es tan grande pero que sin duda es un sitio que merece ser visto.
Desde Quiahuitztlán decidí seguir conduciendo hasta llegar hasta La Antigua Veracruz pero después de ver unos cuantos carteles que ponían "Precaución Zona Cañera", decidí salirme a un pueblo en el que había una fábrica de producción de azúcar y había un montón de camiones llevando caña de azúcar a la fábrica. ¿Para qué salí a ver una cosa semejante? Pues porque iba solo y me apetecía :) Lo bueno de viajar solo es que puedes pararte donde quieras sin dar ningún tipo de explicación.
Después de dar unas vueltas por el pueblo, que no tenía nada a parte de las cañas de azúcar tiradas por los suelos y camiones esperando a descargar por todas partes, seguí hasta La Antigua Veracruz donde me fui a comer a un restaurante al lado del río y fui a visitar un par de iglesias de estilo colonial español (una de ellas era la iglesia del Rosario, patrona de mi A Coruña natal y que estaba decorada con cerámica de Talavera de la Reina, una de las ciudades en las que estuve unos cuantos meses dando clases en España), el cementerio del pueblo (¿por qué siempre acabo viendo cementerios?) y, como no, la casa de Hernán Cortés.
Tras la rápida visita a La Antigua sólo me quedaba llegar a ver Veracruz y disfrutar, en las tres horas que me quedaban antes de llegar al aeropuerto, de todo lo que pudiese ver: algo de playa, el puerto, el paseo marítimo y algo de la zona centro. No sé qué hice mal pero nunca llegué a ver el zócalo de la ciudad, un lugar que dicen que está bastante bien pero que no encontré a la primera, seguro que pasé por alguna calle cercana, y como tampoco disponía de demasiado tiempo no quise pararme a preguntar por dónde tenía que ir.
Le eché gasolina al coche y ya me fui a dejar el coche al aeropuerto y sentarme en la barra de la cafetería de la zona de embarque a comer algo y esperar a que llegase la hora de salir hacia Monterrey.
Finalmente llegué a Monterrey a las nueve de la noche con el tiempo justo para que me llevase Saraí a un local en el que había quedado con sus amigos, beber unas cuantas cervezas e irnos a dormir para al día siguiente salir hacia Sabinas Hidalgo.
Se acercaban mi segunda Nochebuena lejos de mi familia... eso sí, este año la iba a pasar acompañado :)
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