Después de pasar la noche en Monterrey salimos en la tarde, hacia Sabinas Hidalgo, Saraí, Damaris y yo con la intención de pasar la Nochebuena y el día de Navidad con la familia de Saraí y Damaris.
Este año me tocaba pasar la Navidad fuera de casa, pero este año por lo menos no comería, solo, un trozo de pizza en una cafetería de New York :) Por el contrario me tocaba comer acompañado en un pequeño pueblo de México. En mi vida pensé poder llegar a viajar tanto y cambiar de paisaje tanto en las mismas fechas... Hasta ahora, mis Navidades siempre habían sido en Galicia.
Tras comer algo de pavo y pasar unos buenos ratos en compañía, llegó el día 26 de diciembre y nos pusimos rumbo a nuestro siguiente destino: Guanajuato.
El padre de Saraí y de Damaris nos dejó un coche para ir manejando y disponer de coche en nuestro viajecito, así que nos montamos en el coche sobre las 10 de la mañana y salimos hacia Monterrey para hacer una breve parada y recoger algunas cosas y de allí seguimos hacia Guanajuato.
El viaje demuestra algo totalmente cierto: las carretera de México en nada se parecen a las de USA (ni a las de España), y las "áreas de servicio" en México son para verlas (está todo lleno de "Vulcanizadoras" o tiendas para arreglar ruedas pinchadas)... manejar en México es una experiencia totalmente distinta a manejar en USA y, ¿sabéis qué? es algo que todo el mundo debería de experimentar porque tiene su encanto manejar por esas carreteras llenas de baches y pararse a pagar por tramos de carretera que se podrían clasificar como comarcales en España.
Tras pasar por Monterrey, Saltillo, Matehuala, San Luis Potosí, Dolores Hidalgo y San Miguel de Allende, a este último pueblo llegamos tras habernos equivocado al tomar una carretera, finalmente llegamos a Guanajuato a las diez de la noche. Con el tiempo justo para darnos cuenta que íbamos a aparcar el coche en el hotel y que no lo sacaríamos de allí hasta el día de marcharnos... y es que vaya laberinto de calles, túneles y callejones que es Guanajuato. Una ciudad muy agradable para visitar y pasearla, pero un auténtico infierno para conducirla. Incluso yendo en taxis el tráfico parecía bastante complicado y lento.
Tras preguntar en una gasolinera cómo se llegaba al hotel llegamos a nuestro destino con ganas de cenar y acostarnos a dormir.
Aparcamos el coche, llamamos a un taxi, nos fuimos a cenar a un pequeño restaurante de Guanajuato, una cena muy buena por cierto, y nos fuimos a dormir al hotel para estar frescos al día siguiente.
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Madre mía... cada vez más y más aventuras vividas con las que nos pones los dientes largos.
ResponderEliminarEste fin de semana en la comida de profes corraleños lo decíamos todos: lo que estás viendo ya se lo llevan tus retinas y todo lo que estás viviendo no te lo quita nadie.
Un abrazo gordo!
Y lo que he echado de menos esa comida... Sigo extrañando cosas de los compañeros que "he dejado" de ese lado del Atlántico...
ResponderEliminarEso sí, para no echaros tanto de menos me dedico a viajar y a contarlo en el blog :)