La semana del 13 al 17 de septiembre prometía ser una buena semana, y lo fue.
Era la semana que habíamos decidido ir con los alumnos de excursión al campo y de esta vez prometía ser más interesante que las demás veces.
El plan era el siguiente: acampada durante cinco días en un parque nacional con diferentes actividades para cada uno de los cinco días de estancia.
El primer día lo único que hicimos fue llegar temprano a la escuela para acabar de preparar todas las cosas del viaje (comida, sacos de dormir, instrumentos de cocina…). A las nueve y media ya teníamos todo cargado en los autobuses y estábamos listos para arrancar hacia Grants, un pueblo que queda a unas 200 millas de Santa Fe. Yo y varios de mis compañeros de trabajo nos llevamos los coches para ayudar a transportar las cosas al campamento y, una vez allí, llevar a los chicos de un lugar para otro.
Llegamos al campamento unas tres horas después y empezamos a descargar las cosas y a montar las tiendas de campaña. En este campamento tuvimos que montar los campamentos en dos lugares separados porque no había espacio para toda la escuela en el “camp site” para todos, así que alquilamos un espacio en un camping cercano. Eso sí, como ya teníamos que dividir al grupo en dos pues decidimos que los chicos se irían por un lado (al camping cercano) y las chicas se quedarían en el “camp site” de El Morro.
Después de montar todo se decidió explicarle a todos los alumnos las actividades que iban a realizar el resto de la semana y darles el resto del día libre. El día ya se había acabado y nos tocaba irnos a dormir para estar preparados para el día siguiente.
En el segundo día dividimos a los alumnos en tres grupos distintos para poder ir por separado a las diversas actividades que teníamos organizadas. Para mi grupo y para mí, la primera actividad consistió en ir al pueblo de Grants a ver una mina museo.
Fuimos en dos microbuses hasta allí porque era un sitio que quedaba bastante lejos del lugar de la acampada y no podíamos transportar a todos los alumnos en los coches de los profesores. En el museo pudimos ver cómo es una mina por dentro y ver algunos vídeos acerca de la extracción de Uranio en la zona, los diversos usos del uranio y los instrumentos utilizados en las minas a lo largo del tiempo.
Después de unas tres horas estuvimos comiendo con los chicos en el parque principal de Grants y tras la comida regresamos al campamento para juntarnos con el resto de los grupos.
Al llegar al campamento nos encontramos con una sorpresa un poco desagradable y es que el director había llegado y unas mujeres que estaban al lado del campamento de los chicos se quejaron de que en la noche anterior habían estado haciendo mucho ruido los chicos y que los profesores, o sea nosotros, no habíamos hecho nada para solucionarlo, que habíamos estado hablando con malas palabras y que nos habíamos ido del campamento dejando a los alumnos solos. Ninguna de las acusaciones fue totalmente cierta…
El caso es que el director, sin preguntar a ninguno de los profesores si aquello había sido cierto, decidió echarnos una bronca a todos los profesores, delante de los alumnos para quitarnos más autoridad todavía, y por sus santos cojones decidió que teníamos que cambiar los campamentos de lado, es decir, el campamento de los chicos para el de las chicas y viceversa…
Pues ahí nos ves a todos, con la noche casi cayendo encima, moviendo las tiendas de campaña y transportando alumnos de arriba para abajo con los coches, porque entre uno y otro campamento había unas 2 millas.
Finalmente acabamos de mover todo ya bien de noche, nos fuimos a cenar y para las tiendas de campaña a dormir.
El tercer día sí fue un poco más tranquilo, pero poco más: Y es que la mañana empezó transportando a los alumnos en dos coches hasta su siguiente destino, como eran demasiados alumnos y solo dos coches, tuvimos que meterlos con calzador en ambos coches y resulta que cuando llevaba a trece en mi camioneta, me paró un ranger con la intención de ponerme una multa, al final todo se quedó en un “warning” y no tuve que pagar nada, el señor entendió que estábamos transportando tantos alumnos no por diversión sino por necesidad… finalmente no hubo que lamentar ninguna sanción así que seguimos en dirección hacia una “Ice Cave” que es una cueva que en su interior tiene agua congelada, algo realmente sorprendente porque lo ‘único que hacías era bajar unas cuantas escaleras y del calor que había en el exterior pasabas a estar con una temperatura bastante baja y a ver una enorme masa de hielo que, supongo debido a los microorganismos del agua estancada, tenía un color verde bastante curioso.
Después de las cuevas subimos a un volcán, una ruta de algo menos de una milla subiendo una montaña de piedras negras y con el paisaje bastante desolado. Eso sí, unas vista espectaculares de todos los volcanes que dominan la zona.
Tras las cuevas y el volcán, un poco de comida en el campo y regreso al camping para darles el resto de la tarde libre a los muchachos.
Ese día aprovechamos los balones de fútbol que habíamos llevado y estuvimos jugando durante mucho tiempo al fútbol… Una actividad buena para que, tanto los alumnos como los dos profesores que estuvimos con ellos, acabásemos bien cansados y con ganas de ir a dormir hasta el día siguiente.
El cuarto día nos fuimos a visitar El Morro National Park, que es una montaña en la que vivían los indios nativos y que, cuando llegaron los españoles conquistando este terreno, dejaron sus inscripciones en las paredes de la montaña. Bueno, no solo los españoles sino que había inscripciones de muchas generaciones: indios nativos explicando los lugares donde había agua o simplemente haciendo dibujos, grabaciones españolas diciendo la fecha en la que pasaron por aquel lugar y cuáles eran sus intenciones y también inscripciones de los ingleses cuando pasaron por allí.
Una visita que se dividió en dos partes: la primera para ver las inscripciones y la segunda parte para subir a la parte superior de la montaña y conocer in situ el lugar donde vivía el pueblo indio.
De las actividades programadas esta fue la que más me gustó, además, en ambas visitas tuvimos como guía a los vigilantes del parque que nos explicaban todo con pelos y señales… Francamente bien.
En la tarde, al regresar al campamento, tuvimos una actividad especial para los alumnos de los cursos superiores. Nos fuimos de caminata a El Malpaís, otro parque nacional cercano a El Morro, para entrar en alguna cueva y disfrutar la tranquilidad de las cuevas generadas por los ríos internos de lava de los volcanes.
Regresamos al campamento cuando ya empezaba a caer la noche, nos fuimos a cenar y después a dormir a pierna suelta: había sido un día muy largo y teníamos que estar bien descansados para, al día siguiente, empaquetar todas las cosas y regresar a Santa Fe.
El quinto día empezó con el último desayuno en la naturaleza y recogiendo todo el campamento. Lo hicimos todo bastante rápido, pena que los autobuses llegaran dos horas después de lo que habíamos planeado.
Pero bueno, nada que no se solucionase con dosis extra de paciencia. Finalmente llegamos a Santa Fe sobre las tres de la tarde. Sólo quedaba descansar y poner en orden todo lo visto a lo largo de la semana.
Una gran semana que, problemas menores a parte, fue como para repetirla una y otra vez… y es que los alumnos, cuando están fuera de las aulas, se transforman en personas de bien que lo único que pretenden es ayudarte para que todo el mundo se encuentre lo mejor posible.
viernes, 17 de septiembre de 2010
Acampando con TECHS en El Morro
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sábado, 4 de septiembre de 2010
De Fin de Semana a Denver y Boulder (CO)
El lunes fue Labor Day, es decir, fin de semana de tres días y hablando con unos compañeros, decidimos ir a Denver para ver cómo era la vida nocturna en esa ciudad. Yo ya conocía algo del Denver de día, ahora falta el Denver de noche.
Como éramos 6 personas (Saraí, Santiago, Sara, Dulce, Sara Marta y yo) decidí llevar mi Suburban y comprobar si aguantaba un viaje hasta Denver y la gasolina que consumía… y la camioneta pasó la prueba con nota: no dio absolutamente ningún problema en el viaje y al final el gasto de gasolina se redujo a $20 por cabeza.
Decidimos salir el sábado en la mañana temprano y así ahorrarnos una noche de hotel. Llegamos a Denver a media mañana con el tiempo suficiente de conocer el Downtown y aprovechar la noche para ir a dar una vuelta por los bares denverianos.
El Downtown de Denver es algo que merece la pena ver para ver el ambiente que hay, la gente caminando por las calles y las noches llenas de gente en los pubs. De las noches decir que hay gente en todas partes al igual que en las grandes ciudades europeas, la única diferencia, la de siempre, a las dos de la madrugada te vas para tu casa sí o sí…
El domingo nos levantamos con la idea de ir a visitar el pueblo de Boulder (CO), un pueblo que está al pie de las Rocky Mountains y que es muy tranquilo. Una visita rápida con el coche a las afueras del pueblo y después nos decidimos a caminar por la calle principal de Boulder para disfrutar de la buena temperatura que había, de los puestos de helados de la calle, de la gente haciendo sus shows para sacarse algún dinerillo y de las terrazas en las que tomar una cervecilla.
Al regresar a Denver nos fuimos a cenar algo, salir a conocer algún otro pub nocturno e irnos para cama a descansar para al día siguiente salir para Santa Fe temprano en la mañana.
Al final salimos sobre las ocho de la mañana, nos esperaban seis horas de viaje y algún tiempo para descansar en Santa Fe antes de retomar el ritmo de trabajo.
En resumen, Denver es una ciudad que bien merece la pena ser conocida tanto de noche como de día y Boulder es un pueblo estupendo para hacer una escapada de un día desde Denver. En definitiva, un buen viaje.
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