sábado, 28 de mayo de 2011

Carlsbad y llegada a México con Saraí

Si hay un tramo de escuela que no se da pasado ni a la de tres, ese ese el mes que hay desde el Good Friday hasta las vacaciones de verano... ¡qué horror! Uno ya va descontando los días y las semanas se hacen eternas.



Pero todo acaba llegando y las vacaciones de verano también. El viernes nos dieron las vacaciones y el sábado a las siete de la mañana ya estábamos en camino con un plan en mente, llegar a ver las Carlsbad Caverns, parar a dormir lo más cerca de San Antonio posible y llegar a Sabinas Hidalgo (México) al día siguiente a la hora de la comida. Claro, para atascarse de tacos :D

Tras pasar el simpático pueblo de Roswell, siempre te saca una sonrisa ver los maricianos por todas partes (en la puerta de los moteles, colgados de techo del McDonald’s, anunciando el museo, colgados en las vallas sin más, los ojitos marcianos en las farolas...), llegamos a Carlsbad y nos desviamos hacia las cavernas que quedan como a una media hora del pueblo de Carlsbad.



Llegamos a las cavernas como a las 12 de la mañana y decidimos bajar andando, a través de la entrada por donde salen los murciélagos, hasta la caverna principal y después subir en ascensor para evitarnos todo el camino de subida.



El camino es largo, como una milla y media hasta llegar a la caverna principal y una vez en la caverna principal como otra milla y media, pero desde que ves el agujero enorme en la tierra merece la pena cada paso que das porque las formaciones que aparecen ante tus ojos son impresionantes.



Un lugar que tenía pendiente de ir, y al cual Saraí ya había ido, y que ya puedo tachar de mi lista de “have to go” :)



Al salir de las cavernas nos fuimos directamente hacia San Antonio a buscar motel cuando cayese la noche y al día siguiente nos fuimos sin parar hasta Laredo, TX, donde nos estaba esperando la mamá de Saraí para que la llevasemos de regreso a Sabinas Hidalgo.



Antes de llegar a Sabinas nos pasamos por un pueblo, ya de México, en el que hay un sitio llamado la Casa de la Plomada que es una casa antigua que tiene todas las esquinas hechas con una precisión milimétrica... lo que se dicen esquinas de 90 grados, no 91 ni 89.5... impresionante, sobre todo cuando te dicen que la casa está hecha desde el siglo XVI y que los muros no han sido restaurados.



Finalmente llegamos a Sabinas, final de la primera parte del viaje... ahora tocaba visitar Monterrey.